C A P I T U L O U N O
El instituto.
Camino por los pasillos del instituto, mirando pasar a varios estudiantes de diferentes cursos a mi alrededor, algunos pasan corriendo y otros caminando como cualquier estudiante, aún faltan minutos para que empiecen las clases.
— Mierda. — Me quejo al recordar que tengo que ir a la torre uno para hablar sobre mi beca con el director.
Doy vuelta y camino a la salida, mi instituto es uno de los más caros de la ciudad, y de los más difíciles de ingresar si no tienes el dinero suficiente.
El instituto tiene un gran campus, hay tres torres en total, y cada una posee un amplio campus; la primera torre es todo sobre la administración, profesores, notas, pagos, y todo ese aburrido proceso; la segunda torre es la más grande, porque ahí están ubicados todos los salones, absolutamente todos, es una torre de siete pisos; y, por último, la torre tres, ahí está la piscina, vestidores, también la cafetería, biblioteca, gimnasio, y casilleros, raro, pero cierto; en la parte de atrás de las torres están todas las canchas, pero, dividido por sección de cada departamento deportivo, cancha de fútbol, básquet, vóley, tennis, y por último, pero no menos importante, y mi favorita, la cancha de atletismo.Suelto un suspiro cuando por fin llego a la torre uno, camino un poco y llego a recepción.
Le sonrió a la señora Elizabeth. — Hola Eli, tengo una cita con el director. —
— Hola Mackenzie, si, el director está ocupado ahora, pero puedes subir al tercer piso y esperarlo ahí si gustas. — Sonrió como el gato de Alicia y ella ríe.
Murmuró un gracias y aprieto el botón del ascensor, este se abre, e ingreso, aprieto el botón con el número 3, y en segundos se cierran las puertas, el ascensor empieza a subir, y yo solo veo mis uñas, necesito una manicura urgente.
Las puertas se abren y salgo, camino hacia la puerta del director sin problema pues su recepcionista no está, pero, me detengo en seco cuando veo a unos hombres vestidos como los hombres de negro en la puerta del director, sin embargo no digo nada, pero entiendo que está ocupado así que por instinto camino hacia los sillones y me siento a esperarlo.
Saco mi iPhone del bolsillo de la falda del uniforme y empiezo a jugar Subway Surfs.
Pasan cerca de diez minutos y la puerta es abierta, me levanto para guardar mi celular y dejo mi maleta en la silla; empiezo a caminar hacia la entrada, pero detengo mis pasos cuando veo a alguien salir.
Mi boca se queda seca cuando veo a un hombre salir de ahí pero no era cualquier hombre, es un papacito.
El me mira detallándome y también lo hago, es alto, me permito decir que puede estar midiendo un metro noventa, su piel está un poco pálida, esta vestido en un traje de color azul oscuro, con zapatos de vestir cafés, sus ojos son de un azul intenso, su cabello es negro, su mandíbula está muy marcada, sus cejas pobladas y de igual color que su cabello, sus labios son de un rosa muy suave y son gruesos, sus manos se ven con algunas venas que sobresalen, el traje en el que está vestido no deja nada a la imaginación, se nota que se ejercita y que su paquete, no es pequeño, sobresale de su pantalón.
Vuelvo a mirar sus ojos y tiene una sonrisa ladina y una ceja levantada, me sonrojo porque se dio cuenta que estaba viéndolo más allá de una mirada rápida.
Tengo el cabello lacio de un color castaño rubio, mis cejas no son tan pobladas pero están bien, mis ojos son verdes, soy muy blanca, mis labios son de un rojo carmesí natural, mis pestañas están perfectamente enchinadas y con una pequeña capa de rímel, estoy vestida con el uniforme del instituto, una falda azul oscuro dos dedos más arriba de las rodillas, una blusa blanca y encima un pulóver azul oscuro con el logo del instituto, y en mis pies unas medias blancas y unos zapatos blancos de marca Adidas pero él no ve mi blusa o el pulóver, solo ve mi hoodie negro, con las palabras "Smooth Operatoooor" y el número 55, con el nombre de Carlos Sainz, el piloto de Scuderia Ferrari, en la Fórmula Uno (F1), aunque, este es una talla más grande que mi talla normal; tengo un cuerpo "espectacular" o eso es lo que dice mi mejor amiga porque soy modelo en la agencia de mi mamá, y hace poco tuve la oportunidad de ser un ángel de Victoria's Secret, gracias a los esfuerzos de mi madre, y de su agencia, pero aun así no siempre me pongo ropa reveladora, o muy corta, pues ese no es mi estilo.
— Tu nombre. — Eso fue lo que salió de su boca, que voz tan ronca tiene, ay, creo que ya me perdieron, sus ojos me miran con tanta intensidad.
— Mackenzie Russo. — Respondo sin titubear y alzó la cabeza, mi madre me ha enseñado a jamás bajar la cabeza y eso hago.
— Perfecto, tu edad. — Cruzo mis brazos, que es esto, ¿un interrogatorio?
Bufo. — Diecisiete años. — El hace un movimiento con su cabeza, pero no dice nada, se acerca, y me doy cuenta que a lado de él soy un minion.
En ese momento sale el director de su oficina y cuando se da cuenta de la situación su cara palidece y trata de acercarse, pero uno de los hombres de negro lo detienen.
— ¿Qué demo... — El hombre al que aún no conozco el nombre, pone su mano en mi mandíbula y me obliga a verlo; de cerca es aún más guapo, me quedo embobada en sus ojos.
— Hades, por favor. — Las palabras del director me hacen fruncir las cejas.
Así que se llama Hades, vuelvo a mirarlo y el me da una pequeña sonrisa. Se agacha a mi altura y mete su cabeza en mi cuello, deposita un suave beso más abajo de mi oreja, y sin querer suelto un jadeo, me maldigo por ser tan débil.
— Volveré por ti pequeña. — Es lo único que dice para luego dar vuelva y caminar hacia la salida.
En ese momento el director se acerca corriendo y me mira. — ¿Está bien?. — Asiento, y suelto todo el aire que estaba conteniendo.
Sonrió. — ¿Necesitaba verme?. — Y él también sonríe.
— Si, pasa por favor. — Asiento y camino hacia la oficina.
[...]
Valeria camina conmigo mientras en su cara hay una expresión de "no jodas".
— Mierda, te dejo sola, y un hombre ya te quiere comer. — Suelto una risa y ella también.
— Eres idiota, ni siquiera la conozco, pero si me dio la impresión de ser una persona fría y peligrosa. — Alzó mis hombros restándole importancia y seguimos caminando a la clase de biología.
— ¡Macarrones! — Ruedo los ojos con una pequeña sonrisa.
Valeria y yo detenemos el paso y nos damos vuelta para ver a Christian.
— Hola macarrones, y queso. — Lo golpeó en el abdomen y Valeria suelta una risa.
Tengo el sobrenombre de macarrones porque una vez en casa de Chris, quise hacer macarrones con queso para comer, y Valeria estaba ahí ayudándome con el queso, también estaba su hermanita, y él se había ido a comprar las bebidas, entonces mientras esperábamos que el macarrón estuviera, los tres nos sentamos en el sillón de la sala a ver la princesa y el sapo, pero me olvide de los macarrones, y para cuando llego Chris, todo se había quemado, y mientras yo trataba de arreglar todo, Vale estaba comiéndose el queso, y su hermanita nos llamó macarrones y queso.
— Ya te he dicho que no nos llames así. — Bufo.
— ¿Cómo no? si amo que tu seas el macarrón, y que Vale sea el queso, Vale ama el queso, y mi hermana te dice macarrón porque no puede decir Mackenzie, y porque quemaste la hermosa olla de mamá. — Pone su mano en su nuca. — Aún recuerdo el golpe que me dio. — Ruedo los ojos, pero seguimos caminando hacia la dichosa clase.
Ya me quiero ir de este lugar, solo falta poco, cada vez falta menos para la graduación y luego la universidad, me hace sentir tranquila saber que estos dos idiotas irán a la misma universidad que yo.
— ¿Vas aplicar a una beca en la universidad?. — Susurra Valeria mientras entramos al salón.
— ¿Por qué lo haces si tienes más dinero que Vale y yo juntos?. — Sonrió.
— Creo que no aplicaré a una beca hasta segundo semestre, y lo hago para así no bajar el promedio, sentirme presionada para siempre tener las mejores notas. — Muevo mi mano en el aire restándole importancia.
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Atracción desafiante. (+18)
RomanceHades Lombardi, un hombre de 1.92 de altura, es frío, calculador, y controlador. A sus 21 años, es un empresario codiciado no solo por su atractivo, sino también por su vasto imperio multibillonario. Sin embargo, muchos murmuran que su vida empresar...