Capítulo 2.

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— Sabes que te apoyo en absolutamente todo, Adele pero te estás equivocando. 

— Sí, últimamente pareciera ser que lo único que sé hacer es equivocarme, es precisamente por eso que la única decisión inteligente es alejarlo de mí.

— ¿Le diste chance de explicarte por qué te dijo todas esas cosas? Adele, tu hijo te ama.

— No, Simón, no tiene cómo justificarse, es un niño, sí, pero es un niño que ha crecido en el seno de un hogar donde se le ha enseñado el valor y la importancia de saber usar el discurso, la palabra, él lo ha hecho y lo ha hecho bien aunque en ese proceso me haya lastimado a mí, lo ha hecho. Y su deseo ya no es estar conmigo.

— Tiene siete años, no quince, Adele. Sobra decirte que puedes venir a verlo cuando quieras, Adele, sólo recuerda que es tu hijo, que viene de ti, que siempre te va a necesitar y te va a querer, que moverlo de una casa a otra como si fuera un mueble, también le duele.

— Gracias, Simón. — Simón se acercó al auto, bajó la maleta del pequeño y la entró hasta la sala de su casa. Adele se disponía a subir a su auto cuando escuchó la voz de su hijo.

— Mami, yo te amo. — La rubia sólo atinó a sonreír de mala gana y eso le rompió el corazón al pequeño.

— Simón. — Adele habló desde el auto antes de que él pudiera cerrar la puerta de su casa. — No le des demasiado dulce y por favor, trata de respetar el horario que ya tenemos establecido, la rutina es importante para él.

— Tú eres parte de esa rutina, que no se te olvide. — Le dijo Simón con seriedad.

(...)

Mañana siguiente.

— Gracias — Adele tomó su teléfono y marcó al teléfono de Teresa pero sonó apagado por lo que llamó a su padre. — Papá.

—Hija, te esperé casi toda la noche para que habláramos ¿dónde estás? Sobre lo que pasó anoche y sobre las cosas que te dije, quería...

— Papá, no te alteres con lo que te voy a decir ¿vale? — Interrumpió restándole importancia al discurso de su padre.

— ¿Qué pasó ahora? — Dijo Mark con cierta molestia.

— Tuve un accidente con Rich.

— ¿¡Qué!?

— Escúchame, estoy bien, sólo llamaba a avisarte porque seguimos en un hospital y no sé a qué hora salga.

— Pero hija ¿en qué hospital estás? ¿Cómo pasó? ¿Te hiciste daño?

— Estoy bien. — Insistió.

— Hija, dime dónde estás.

— No quiero que vengas. — Confesó.

— Hija...

— Esta tarde me voy de la casa, no quiero incomodar.

— Adele, mi niña bonita, nunca vas a aprender a no poner palabras que no se han dicho en bocas ajenas.

— Sólo llamaba a avisar.

Adele suspiró y en ese momento una enfermera hizo presencia en la habitación avisándole que Rich ya había despertado.

— ¿Podría llevarme con él?— La enfermera la ayudó a ponerse de pie y al hacerlo, de su nariz salió un poco de sangre, la enfermera la limpió con cuidado.

— ¿Puedes hacerte presión?

— Gracias. — Por su mejilla se deslizó una lagrima provocada por el dolor en su nariz.
— Amor — Le dijo la rubia entrelazando la mano con la suya y dedicándole una sonrisa que emanaba paz, tranquilidad pero que no fue correspondida. — ¿Cómo te sientes? ¿Cómo fue que pasó?

Only A Girl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora