— Dicen que hay que esperar el turno. — Le dijo Simón a la rubia mientras ella sostenía a su hijo en sus brazos y movía su pierna impaciente, habían pasado ya casi veinte minutos.— Ten. — Adele se puso de pie y Simón le recibió al pequeño, agarró su cartera y pasó a zona restringida entre forcejeos con la gente que había llegado primero hasta llegar al hombre de seguridad.
— ¿Cuánto dinero quiere?— ¿Disculpe? Esto es una falta de respeto, tiene que esperar el turno como cualquier otra persona.
Adele giró sus ojos.
— Doscientas libras y deja pasar a mi hijo inmediatamente. — Dijo sin ningún tipo de expresión en su rostro mientras abría su cartera y dejaba ver los billetes. — Lo toma o lo deja.
El hombre suspiró y le extendió su mano a Adele. Ella le entregó el dinero y salió.
— Simón, pasa con Angelo. — Habló y todos en la sala, bastante molestos, reclamaron su acción. Simón, algo contrariado, se puso de pie y entró.
— ¿Qué hiciste? — Le preguntó Simón en un susurro.
— Lo que cualquier persona haría. — Respondió en un tono déspota.
— ¡Por gente como usted es que el país está así! Creen que todo lo pueden conseguir con dinero y les importa una mierda pasar por encima del resto de personas. — Una mujer se abalanzó sobre ella y el hombre de seguridad se interpuso entre ambas, protegiendo la integridad de Adele.
— Son razonables esos moralismos pero es más bonito contemplar la realidad, usted y cualquier persona aquí haría lo mismo, no se engañe.
— Pero no tenemos el dinero para hacerlo, a nosotros sí se nos puede morir un hijo en una sala de espera. — Le dijo la mujer con lágrimas de ira en sus ojos. — Ahí está la injusticia.
— Ese no es mi problema, puede ir a la defensoría del pueblo a quejarse pero supongo que también tendrá que tener dinero para pagar un abogado, y es claro que no lo tiene. No es culpa mía que se dejen comprar con dinero, es fallo del sistema. — Respondió escupiendo su prepotencia sobre el rostro de la mujer.
— Dios y la vida maldigan sus malas acciones, hoy el dinero funcionó pero no todo ni todos se dejaran comprar con él para siempre.
— Suerte esperando que ese día llegue.
El bullicio se escuchó hasta que el hombre de seguridad cerró las puertas. El gesto de Adele cambió por completo, su actitud altiva, déspota y fría, cambió, el gesto de preocupación volvió, corrió por los pasillos intentando encontrar a Simón y a su hijo.
— Ya lo están atendiendo. No debiste hacer eso, siempre me ha molestado que soluciones las cosas así.
Adele lo miró con ira en sus ojos.
— Por suerte aquí no interesa mucho lo que te moleste o no, importa lo que beneficie a mi hijo.
— ¿Adele? — Dijo Teresa apareciendo detrás.
—Nana. — Se encontraron en un abrazo.
— Esto es mi culpa.— Ya, nena, basta de culpaciones. — Teresa abrazó a Adele de medio lado y ella se recostó en su hombro. — Es de humanos errar. Si criar un hijo trajera manual, nadie metería las cuatro.
— La novia de Simón me dijo que lo había escuchado hablar con él, le dijo que no sabía cómo hacer para que yo lo quisiera nuevamente. ¿Entiendes la magnitud de inseguridad que le causé en un arranque infantil?
El doctor cruzó las puertas, Teresa palmeó el hombro de la rubia y ella limpió un par de lágrimas con rapidez.
— La afectación pulmonar esta vez es baja, vamos a tratar la infección con antibiótico, el virus que le causó la neumonía ya no está en fase contagiosa aunque, quien decida quedarse es bajo su propia responsabilidad por exposición, al ser menor de edad, requiere acompañamiento y ojalá sea alguien que se encuentre sano, lo vamos a dejar esta noche en observación a ver cómo se comporta y cómo reacciona a los medicamentos.
¿Ambos están enfermos? — Adele negó de inmediato.
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Only A Girl.
FanfictionUn día alguien decidió que nuestra historia merecía la hoguera, merecía el infierno, merecíamos el infierno. Pero aún con las llamas consumiendo mi alma desde siglos atrás, te busqué, nos busqué y nos encontré, encontré las cenizas, las mismas que...