Capítulo 15.

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Narrador general.

Pensativa, encerrada en su oficina girando de un lado a otro en su silla, yace Adele, completamente ajena a su exterior.

Su mente se encuentra remembrando y reavivando una escena en específico, el momento entre ambas el club. La mirada de Victoria viendo todo a su alrededor, como una niña por viendo todo con asombro y fantasía. Cerró sus ojos y pudo sentir la mirada de la morena sobre ella viéndola de arriba a abajo. Suspiró y pudo ver la espalda de Victoria en su mente, su piel morena y lisa, se extendía ante sus ojos y las curvas de su cintura se marcaban con un detalle asombroso hasta esconderse en el pantalón que llevaba. Al tocar su espalda, sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo entero, desde la punta de los dedos hasta el último cabello. No fue solo un simple contacto, fue una conexión magnética, una sensación tan intensa que supo que fue correspondida porque notó como su piel se erizó en el momento que su espalda recibió su roce frío y delicado. En ese momento, había sentido un fuerte deseo de tocarla, de acariciar su piel y sentir su suavidad bajo sus dedos. Y cuando percibió el perfume de su piel, ese deseo se intensificó aún más.

Ella no tenía que buscar explicaciones, no tenía que encontrar razones, ella sabía perfectamente qué clase de sentimiento era ese. Lo conocía y jamás le había huido.

Sin embargo,

Los sentimientos se agitan,

como un mar embravecido,

y la arrastran con su fuerza,

hacia lo desconocido.

Si hay algo peor que la misma furia, es ni siquiera entender el motivo que la enciende.

En su mente apareció el rostro de aquella mujer pelirroja, abrió los ojos de inmediato y su gesto cambió, cada músculo se tensó, era una mujer hermosa, delgada, tallada, alta, con unos rasgos bien definidos y un cabello que demostraba su carácter. Estaba totalmente dentro de los estándares de belleza, pensó Adele.

Era imposible que, Victoria, con una mujer así a su lado, tuviera ojos para alguien más, entonces llegó a la conclusión de que ese deseo que sintió en aquel momento, no era mutuo, no había forma de que lo fuera, tal vez, simplemente la personalidad de la morena era así, coqueta por naturaleza y nada más. Sintió ira por tan sólo compararse con otra mujer, sintió ira con ella misma. Se levantó de su silla y comenzó a caminar por la oficina, tratando de dejar atrás esa emoción irracional y centrarse en su trabajo. La idea de trabajar en un nuevo proyecto de diseño la ayudó a distraerse de sus pensamientos y a enfocarse en lo que era importante para ella. Le pidió a William que llevara a su hijo a la casa ya que planeaba trabajar hasta tarde. Tomó su lápiz y comenzó a dibujar, dejando que su creatividad la guiara, pero los trazos eran oscuros, era fuertes, su mano comenzó a doler de lo fuerte que apoyaba el lápiz contra la hoja.

Mientras tanto, Victoria en su oficina, quien había logrado que el dolor bajara, estaba respondiendo un par de correos antes de irse a su casa, se suponía que iba a trabajar junto a Adele pero luego de la situación con Gabriella, no estaba segura de si Adele quisiera verla. Sentía la necesidad de excusarse. Se inclinó atrás en su silla exhalando fuertemente y recordó el roce de Adele en su espalda y sus palabras retumbando en sus oídos. Tal vez y nada era producto de su imaginación, tal vez si existía una atracción mutua entre ellas. Ya no podía negar más el hecho de que se sentía atraída por la rubia, era imposible negarlo cuando hasta su cuerpo respondía de forma involuntaria a su presencia, a su cercanía. Como si eso no fuera suficiente, cada día que pasaba, Victoria se convencía más que no sólo le gustaba su físico, la atraía todo de ella. Luego de dudarlo, decidió excusarse cara a cara. Sin poder erguir su espalda completamente pues el dolor aún persistía se dirigió a su oficina.

Only A Girl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora