Only A Girl.

Capítulo 6.

Pulsaciones en su cabeza lo suficientemente fuertes para despertarla.
La que siempre disfrutó sentir y tener el olor a papel ahí frente a su nariz, con un lápiz, hoy no quería sentir, por lo menos no por unos segundos, minutos u horas, hoy no podía escribir, no sabía qué hacer con tantos sentimientos que llevaba dentro, no sabía dónde colocarlos, el papel no le era suficiente para ese remolino de emociones, el papel se deshizo frente a sus ojos.
Y entonces la ansiedad comenzó a apoderarse de ella.

— Jerónimo.
Te necesito. — Le dijo y su voz se quebró.

— ¿Te parece si nos vemos en el colegio de tu hijo?

— ¿Por qué en el colegio de mi hijo? — Limpió sus lágrimas con confusión.

— Cariño, hoy es su partido de fútbol para ascender de categoría, es en 1 hora. ¿No piensas asistir?

— No... yo...Me había olvidado por completo de eso.

— Adele, es importante para él y nunca has faltado a ninguno de sus partidos.

— Lo sé, nos vemos allá.

Ni siquiera alcanzó a alejar su teléfono de su oreja cuando este vibró.

— ¿Hola?

— Adele, hasta que te dignas a contestar mis llamadas.

— Simón, voy de salida para el colegio de Angelo, si tienes que hablar conmigo, podemos hacerlo allá.

— Perfecto.

Durante el camino, se cuestionó a sí misma y su maternidad, se cuestionó sus últimas acciones, se cuestionó su actitud con su hijo.
Dejó el auto en el aparcamiento y al bajar, casi de inmediato la necesidad de fingir estar dispuesta a ser sociable, llegó. Las madres y padres de los demás niños y amigos de su hijo la saludaron. A la distancia vio a Jerónimo y fue la única sonrisa genuina que dibujaron sus labios.

— Anoche Rich me visitó en donde me estoy quedando.

— ¿Qué? ¿Para qué? — Preguntó él expresando desagrado con su gesto.

— Quería hablar pero no lo hizo, por el contrario, la que habló fui yo, el problema es, — La rubia miró a su alrededor asegurándose de que no viniera nadie. — Rich se drogó, enfrente mío, como si nada, sin vergüenza alguna, Jerónimo. Estaba entre borracho y drogado, yo también estaba tomada pero lo recuerdo bien, estoy segura de lo que vi.

— ¿Por qué haría eso?

— No sé si hablarlo con él, no sé qué hacer pero escucha, yo no puedo tenerlo cerca, no puedo poner a mi hijo cerca de una persona así, tampoco debería dejarlo solo porque claramente necesita ayuda, me dolió verlo inhalando eso con... tanta tranquilidad, me asustó.
Está completamente perdido.

— Trata de convencerlo para buscar ayuda pero no quieras tú convertirte en su salvavidas porque hasta el Titanic pudo hundirse.

Narra Adele.

Un paso, traquean las hojas volviéndose polvo a cada paso mío.

Dos pasos, traquean los huesos de mis dedos con mis movimientos que denotan ansiedad.

Tres pasos, traquea mi pecho volviéndose polvo.

el corazón:
El que contempló la ráfaga del miedo,
el latir;
como un silbido en la conciencia, de impaciencia.

el pulso;
fuerte y claro,

la vida;
como una grieta entre la lógica y lo imaginario.

los humanos;
como seres incapaces de huir...