Adele, curiosa por naturaleza, decidió romper el silencio y preguntarle a Victoria sobre su hábito de fumar. Con un tono suave, dijo,— ¿Por qué fumas? Y, ¿Desde cuándo lo haces?
Victoria tomó una profunda inhalación del tabaco antes de responder, su mirada se perdió en el horizonte mientras jugaba con el humo en su boca. Luego, con voz serena, comenzó a compartir su historia con Adele.
— Empecé a fumar hace muchos años, casi 20 en realidad, cuando aún no había aceptado completamente quién era y no me sentía cómoda con mi propia identidad — dijo Victoria, mientras exhalaba lentamente el humo. — En aquel entonces, me sentía atrapada y luchaba con una intensa ansiedad, especialmente relacionada con mi sexualidad y el miedo a ser juzgada por los demás, específicamente por mi mamá, que aún no termina de aceptarlo y de aceptarme. El acto de fumar se convirtió en una especie de válvula de escape para mí — Continuó Victoria. — En esos momentos en los que me sentía abrumada o insegura, encender un cigarrillo me daba una sensación temporal de calma. Creo que me aferré a él como una forma de enfrentar mi ansiedad, aunque sabía que no era una solución saludable, el tabaco es reciente, aprendí a fumarlo en un bar donde bailaba en las noches.
Adele escuchaba atentamente, mostrando comprensión en su rostro. Se sentía más cerca de Victoria al conocer este lado vulnerable y personal de ella. Extendió su mano y sujetó la de la morena acariciando sus nudillos.
— ¿Has considerado dejarlo?
— De algo vamos a tener que morirnos, ¿no?
— No tiene que ser precisamente clamando por aire en tus últimos momentos. — Le dijo la rubia. — El tabaco no te mata si no lo enciendes. El tabaco es solamente esa válvula de escape que vomita un sinfín de utopías sin vergüenza alguna, haciéndote creer que conservas la cordura cuando no es así, el humo es la misma niebla con la que finges tener el control, si agarras el humo en tu puño, no hay nada, nunca lo habrá.
Victoria sonrió entendiendo a que se refería.
— Lo intento, rubia, créeme que lo intento con esmero. Ahora tú, dime, ¿por qué te llevas tan mal con la mujer que te trajo al mundo? Lo expreso así porque se te nota que te hierve la sangre si la nombro con esa palabra de cuatro letras.
— No nos llevamos. No sé nada de ella ahora, no sé dónde está ni cómo está, la distancia estuvo entre nosotras desde el mismo momento en el que yo nací, mi padre nunca quiso contarme mucho de su relación con ella ni cómo se conocieron siendo de mundos tan diferentes, sé poco realmente, Teresa, mi nana y quien ha sido como mi madre, dice que ella lo único que quiso fue el dinero de papá pero fallaron los cálculos y nací yo. — Victoria la miraba mientras ponía atención en cada una de sus palabras y gestos. — Siempre luché por encajarla en mi vida, o más bien, me esforcé por encajar yo en la suya, por sentirme amada y aceptada por ella, era apenas lo normal, yo era una niña y la necesitaba. Pero, por alguna razón, ella nunca quiso eso, tampoco nunca me quiso a mí. Siempre sentí su rechazo. Era una mujer egoísta y fría conmigo, y bueno, hice un sinfín de cosas para llamar su atención y ninguna funcionó, nunca.
Las lágrimas comenzaron a empañar los ojos de Adele, pero se mantuvo fuerte y continuó compartiendo su historia con Victoria.
— Me di cuenta de que no podía cambiarla, no podía hacer que me amara o que se preocupara por mí de la manera en que una madre debería hacerlo. Fue un proceso doloroso, pero finalmente acepté que la verdadera felicidad y el amor nunca dependieron de ella. Papá siempre estuvo ahí, siempre fue él quien luchó por mí y porque yo estuviera bien, un día cualquiera, ella se fue a trabajar y yo estaba con mi padre, fuimos a escondidas a la casa que queda cerca de aquí y en medio de un juego de quién lo hacía más rápido, mi papá me ayudó a empacar toda mi ropa y cosas en varias maletas, después de ese día nunca más volví a esa casa, sí volví a verla después de eso pero no son situaciones de las que me gustaría hablar. Tuve que aprender a construir mi propia familia nuevamente y afortunadamente mi padre me dio un techo donde me sentí amada, donde me sentí protegida.
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Only A Girl.
FanfictionUn día alguien decidió que nuestra historia merecía la hoguera, merecía el infierno, merecíamos el infierno. Pero aún con las llamas consumiendo mi alma desde siglos atrás, te busqué, nos busqué y nos encontré, encontré las cenizas, las mismas que...