Capítulo 23.

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— Nana, Victoria y yo vamos a recoger a Angelo y luego iremos a almorzar a su casa.

— ¿Llegas temprano? Hay algo que me parece importante hablar contigo. — Dijo Teresa mirándola con seriedad.

— Uhm, sí. — Respondió con sospecha. Ambas salieron de la casa directo al colegio de Angelo.

Los niños comienzan a salir apurados corriendo por todos lados y Victoria los mira a todos en contrarreloj intentando identificar a Angelo.

— Dios, son demasiados. — Adele rió con el comentario de Victoria y con su cara de preocupación.

Cuando Adele divisó a Angelo entre la multitud de niños, corrió hacia él, abriendo los brazos y envolviéndolo en un cálido abrazo. Sin embargo, Angelo parecía distante y serio, incluso un poco preocupado. Tampoco saludó a Victoria con efusividad, lo cual se le hizo raro a la rubia.

Preocupada, Adele se agachó para ponerse a la altura de Angelo. Le acarició suavemente la mejilla y le preguntó con ternura:
— ¿Todo está bien, cariño? Te ves un poco preocupado—  Angelo desvió la mirada y finalmente respondió,

— Mamá, mi maestra quiere hablar contigo. — El tono de su voz denotaba una mezcla de temor y seriedad.

Adele notó que la mano de Angelo estaba enrojecida y la tomó suavemente, preocupada por lo que pudo haber causado esa marca.
— ¿Qué te pasó en la mano, Angelo? — El niño miró a su madre con cierto temor en sus ojos y ella comprendió al instante lo que había ocurrido.

— Joder, lo que me faltaba. — Resopló Adele mientras se ponía de pie. Tomó la mano de Angelo con suavidad y lo condujo, junto con Victoria, al salón donde se encontraba la profesora esperando por ambos. Victoria se quedó a una distancia prudente, respetando el espacio de Adele y Angelo, pero atenta a la situación.

— ¿Quieres contarnos que pasó en el recreo, Angelo? — Preguntó la maestra. Angelo hizo silencio evadiendo la mirada de su madre y la de su maestra. — Vale entonces lo haré yo. Adele, tu hijo golpeó a un niño en el recreo. — Adele levantó sus cejas de inmediato y lo vio con sorpresa. — Estaban jugando y de repente se acerca el otro chico con su nariz llena de sangre. No sabemos la razón...

— Usted sí la sabe, maestra, ya se lo dije, mamá yo... — Angelo intentaba justificarse a toda costa.

— Angelo, no interrumpas. — Angelo suspiró y se cruzó de brazos molesto. Adele lo miraba intentando comprender su actitud.

La maestra continuaba hablando y el rostro de Angelo sólo se ponía más y más rojo.

— Yo sólo quise defender a mi amigo... — Dijo en voz baja con sus cejas arrugadas. — El otro día él le dijo a usted que ese niño lo molestaba y usted no lo ayudó, maestra. Si usted no lo ayudó, yo sí tenía que hacerlo.

Adele escuchó atentamente, con una mezcla de preocupación y determinación en su rostro. Su instinto maternal se activó y, aunque no aprobaba la violencia, entendía la necesidad de Angelo de proteger a su amigo. La rubia firmó el llamado de atención que le hicieron a Angelo y salió con él y junto con Victoria del aula de clase.

Adele se acercó a Angelo, acariciando su cabello con ternura, se sentaron en una de las bancas de recreo y le habló con voz suave pero firme,

— Hijo, la violencia nunca es la forma de ayudar.

— Mamá... pero es que lo estaba molestando y yo me molesté y...

— Hay otras formas de resolver los problemas, Angelo, no tiene que ser específicamente a golpes, eso sólo va a generar más violencia.

Only A Girl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora