Cap 1 "La guardería feliz"

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—¡Hola Chiuyu!

Kazutora, un pequeñito de tres años, saludaba muy feliz a un nene que jugaba con un par de cubos de plástico.

—Chiuyu, hola, hola—Kazutora conservó su optimismo, tenía la corazonada de que ese día podrían jugar juntos.

El susodicho ignoró deliberadamente su llamado, volteaba a ver a otra parte cuando Kazutora se agachaba para intentar darle un besito.

—Chiuyu, ¿No me estuchas?—preguntó. Algo triste.

—Si te estuché —respondió apático, levantándose del tapete de fomi para ir a jugar lejos, muy lejos del niño que le caía mal.

—¿Entonces po qué no me hablas?

—Poque no quiero.

Kazutora no se rendía. Sí o sí, quería estar con el pequeño Chifuyu, el niño que siempre lo rechazaba y daba mal trato.

—Vamos a jugar—lKazutora lo tomó de la mano con suavidad, cosa que al rubio lo molestó más—¿No quieres?

—¡No!—frunció sus finas cejas.—Vete, no me gutas.

Al niño se le llenaron los ojitos de agua, sus labios temblaron en un puchero. No entendía porque su presencia era sinónimo de enojo en su compañero favorito.

Baji, uno de los niñeros, estaba acostumbrado a esa escena. Se repetía todos los días pero no por eso dejaba de ser triste. Chifuyu era más chiquito y aún así conservaba una genuina maldad. Rechazaba todos los intentos de Kazutora por ser su amigo.

Desde su llegada, el niño con el lunar se había quedado impresionado de la bonita presencia del rubio de ojitos azules. Por alguna extraña razón, lo quería cerca.
Como solo era un niño, no entendía que estaba mal ir y darle besos en las mejillas a Chifuyu cuando éste no quería, o abrazarlo a la fuerza, perseguirlo a todas partes.

Su lenguaje del amor era el contacto físico, así que Kazutora era una máquina de abrazos si se trataba del niño más celoso de la guardería.

—Uno, dos...—empezó a contar Baji, viendo con interés la dramática escena de los niños.—Tres, cuatro, cinco, seis...

—¡Baji!—llegó corriendo Kazutora luego de que Chifuyu le sacara la lengua.—¡Chiuyu no quiere juga conmigo!

—¿Otra vez?—el adulto se puso en cuclillas para calmar los sentimientos encontrados del inocente Kazutora—Déjalo, no le insistas.

—Pero yo quiero juga con él— miró de soslayo a su compañero.

Chifuyu le apagó los ojos y le mostró la espalda.

—Yo juego contigo, ¿Va?—Baji pensó en esa solución.

Kazutora aceptó dudoso. Quería mucho a su niñero, pues Baji lo trataba como un hermanito, razón suficiente para que fuera considerado el favorito del menor.

El día de los niños estaba empezando con el pie izquierdo, ya habían creado un fracaso y una inocente escena de celos por parte de Chifuyu, que al ver a Baji llevar de la mano a Kazutora, no dudó en perseguirlos, con el corazón latiendo a tope. En el camino tropezó, el correr no era algo que se le diera especialmente bien.

—¡Baji-san, Baji-san! ¡A mí también tómame de la mano!

—Yo te doy la mano, Chiuyu— Kazutora ofreció muy alegre su manita. Lo único que obtuvo fue una mala mirada.

—Dije Baji-san, no tonto-san.

—Chifuyu—regañó con voz grave uno de los niñeros.—¿Qué acabas de decir?

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