✿Extras✿

596 68 85
                                    

"Pumpeanios"

Taiju Shiba daba miedo a todos sus empleados. Cuando iba de visita a los restaurantes todos se ponían alterados y temblaban ante su presencia.

A ese hombre lo veían y ya rezaban diez padres nuestros.

La gente pensaría que Taiju no tenía ninguna debilidad, el semblante de seriedad acompañado de la irritabilidad quitaba cualquier idea boba de que existiera algo que lo hiciera llorar o confundirse de forma sentimental. Él parecía ser la reencarnación de un hombre poderoso, ciertamente lo era.

Taiju no se inmutaba ante nadie, solo ante su princesita, o sea, su pequeña Yuzuha.

—Ciera los ojos papi— dijo la pequeña, acomodaba sus muñequitos en una pila colorida sobre una bandeja de plástico —¡No los abras!

—No los estoy abriendo— con una mana se tapaba los ojos y con la otra cargaba sin problemas a su segundo hijo, su otro gran orgullo.

Yuzuha hacía un pastel con sus juguetes, tenía toda una habitación repleta de cosas para su diversión personal. Desde una cocinita hasta cientos de objetos para jugar al estilo de Barbie.

Ella colocó una velita falsa sobre todo su mágico pastel hecho de ponys, galletas de plástico, las princesas de Disney y un poco de plastilina.

—Uno, dos...—arregló la presentación de su obsequio, Taiju seguía con los ojos cerrados—¡Trrees!— forzaba mucho la erre, pero mínimo podía pronunciarla, sus amigos de la guardería todavía no.

El padre abrió los ojos y se hizo el sorprendido, quedó impactado por la ofrenda que le hacía su hijita, simplemente una prodigio a futuro para la repostería.

—¡Está geniaaal!—recobró la energía de un infante. Amaba jugar con su niña, todo lo que ella hiciera era increíble para él— Me encanta.

—Feliz cumpleañoos a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños pa-pá— tomó aire para seguir cantando—Feliz cumpleaños a ti~

Añadió algunos aplausos que Taiju también imitó. Puso a su bebé sentado sobre su regazo y usó sus manitas para que también diera aplausos, Hakkai andaba de dormilón, no estaba tan interesado en el festejo.

—Que lo sople, que lo sople—invitó la niña, acercando el pastel falso hacia su padre.

Taiju muy metido en el rol, sopló la velita falsa y volvió a dar suspiros de alegría, estaba al borde de las lágrimas por la linda calidez que le transmitía el momento.

—Quiero mi regalo.—exigió después de haber reído por mucho tiempo, con la cara más enojada posible.

—Vamos a comer el pas-

—No, quiero mi regalo—repitió con voz grave.

—Ay —para evitar cualquier rabieta, se fue corriendo por uno de sus juguetes. Taiju la esperó, su niña regresó con un bonito caballo de colección —Este es tu rregalo papá.

—¡Un caballo!— quizá no era su animal favorito, pero eso no importaba ahora—. Amo todo mi niña, muchas gracias, aunque todavía falta mucho para mi cumpleaños—abrazó a la niña y al mismo tiempo al bebé.

GuarderíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora