La lluvia emocional estaba expresada en pequeños gritos provenientes del grupo de niños que esperaban ver a un dragón de verdad.
Unos se comían los mocos, otros andaban chupándose los dedos, unos cuantos rascándose la barriga mientras que el resto no despegaba la mirada de las luces de colores. En un momento de oscuridad, más allá del miedo venció la incertidumbre y valentía, pues Minami había aprendido bien del ya antiguo programa de televisión, ¡ahora era muy bueno con los efectos especiales!
Humo y brillo comenzaba a flotar, podían verse las partículas danzando en el cuadro principal, los niños quisieron tomar esas motas doradas en sus manos.
Takemichi había conseguido una buena versión de las esferas, ya que las hizo brillar en el momento exacto, dando la creencia de que se trataban de las verdaderas. Quién sabe, a lo mejor y sí pasó planos dimensionales para juntarlas con ayuda del rastreador...
Observó la hora en el reloj de la pared, ya no faltaba mucho en qué llegara el nuevo niñero que por supuesto, no tenía idea de cómo iban a recibirlo.
Solo esperaba que no se enojara, y más allá de eso, que los niños no se encapricharan con el cuento montado. A todo esto, la guardería parecía un lugar de invocación por medio de un sacrificio.
Baji ya apestaba a muerto.
—¡Estoy vivo maldita!
Sí, apestaba a días de muerto.
Haruchiyo se fue corriendo con sus tacones hasta la puerta principal, ningún niño notó su ausencia debido a la oscuridad.
Ahí en el pasillo de flores que conectaba hasta la reja de salida, estaba el nuevo niñero, vistiendo ropas semejantes a las recomendadas. Adentro le darían un mandil para los vómitos, porque vaya, era una guardería, ahí siempre habría tragedias chiquitas.
—¡Waka-san!—absorto de verlo desencajó su mandíbula —No me diga que usted es el nuevo niñero...
—Haruchiyo, que grande estás —por momentos lo miró de arriba a abajo—La última vez que te vi eras un niño.
—Me agrada mucho verlo de nuevo, bienvenido— estaba alucinando, ¡trabajaría con el mejor amigo de su desgraciado hermano!
Wakasa Imaushi siempre había puesto quejas y regaños a Takeomi por la crianza que le daba a Sanzu. Tampoco es que se metiera mucho en la vida de una familia ajena y conocida, solo que se oponía a los malos tratos de su mejor amigo adolescente.
Habían pasado exactamente una década desde que dejaron de verse, ya que Wakasa estuvo enfocado en explorar todo Japón, cambiándose de casa a cada rato hasta que esa vida le hostigó y volvió a centrarse en Tokio, su hogar.Entre ambos adultos se dieron un abrazo que reventó la nostalgia en sus corazones, sin duda sería agradable trabajar juntos.
—¡Waaaa!—los gritos llegaron a sus oídos.
—Vaya, parece que hay un espectáculo allá adentro— dijo con una diminuta sonrisa.
—Le tenemos una sorpresa, venga—en el camino dio pistas de lo que le esperaba una vez dentro.—Entonces, Baji, ¿se acuerda de él?
—Claro que sí, si ustedes parecían chicles de niños— mordía su paleta— Que genial que aún sigan juntos.
—Pues ese mismo Baji es al que debe revivir—indicó alegre—Solo improvise algo, la verdad es muy fácil asombrar a los niños.
—¿Siempre hacen ese tipo de cosas?
—Una vez por semana, para que se sientan que la magia existe— Haruchiyo casi nunca lo decía pero, él era el más emocionado en que los viernes jugaran a disfrazarse y recrear escenarios—Llegó en un buen día.
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Guardería
FanfictionTakemichi, Baji y Sanzu, son tres amigos que cuidan de un montón de niñitos. Esta es la historia de cómo viven el día a día lidiando con las pandillas de bebés, niños celosos y traviesos.