Cap 10 "El secuestro de Chifuyu"

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Chifuyu estaba felizmente acomodando los ositos de peluche en un círculo, iba a hacer un ritual satánico.

Ok no, pero quería hacer una mini fiesta con sus peluches favoritos.
Kazutora, quien era su otra mitad, esa persona encargada de proteger la sonrisa bonita del rubio, estaba en una pequeña crisis, no tenía ganas de jugar.
Yacía acostado como estrella marina, en un hueco profundo llamado miseria.

Tasutoda, ¿vas a jugar conmigo?—le invitó alegre, señalaba a su séquito de juguetes.

—No quiero, después—miró de lado, para luego echarse boca abajo y seguir existiendo.

—Oki.—no entristeció en lo absoluto.

Cada niño estaba en su cuento de fantasía, confundían la realidad con su creativa imaginación, ya no era sorpresa que de pronto sacaran teorías sobre sus niñeros.
Hanma había esparcido su opinión respecto a Takemichi, diciendo que en secreto era Ladybug, muchos se lo creyeron.

Era de esas tardes dónde ponían más en práctica sus alocadas conversaciones, actuando como si supieran del mundo entero.

Todo iba bien hasta que en un ligero descuido, Kazutora perdió de vista a su querido amigo.

—¿Chifuyu... ?—se aterró de no verlo.

Los ositos fueron testigos del secuestro de Matsuno. Eso era algo digno de investigar por parte de los mejores detectives.

—Tasutora, te ayudaré a encontalo.—Tachibana se puso gafas oscuras y un gran abrigo café, estaba dispuesta a solucionar ese caso de desaparición.

El niño de ojos miel agradeció con todo su corazón el apoyo y dedicación de la gran detective. Fue así que empezaron la búsqueda.

Ah sí, como faltaba presupuesto Kazutora tuvo que ser el asistente de Hina.

—¿Dónde lo viste?—con el índice recogió el polvo del suelo, deducía cosas. Trataba de hallar huellas, estaba en cuclillas.

—Él estaba aquí.—respondió con pesadumbre.

—Mm, entiendo.—ciertamente, no sabía nada

—¡Chifuyu!—gritó su nombre, le dolía el pecho de no encontrarlo.

¿A dónde se pudo haber ido su mejor amigo?

—Le diré a Baji.—Kazutora quiso dejar en cuaderno y la crayola para avisarle a un adulto lo que pasaba.

—¡No!—detuvo la niña.—Este es un misterio que nosotos tenemos que desolver.

—¿Estás segura?—arqueó una ceja.

—Obvio.

—Bueno.

—Vamos a peguntar si alguien lo vio.—la primera persona fue Rindou, que directamente pasó a ser un sospechoso cuando se echó a correr por ser visto.—¡Detente! ¡Eres culpabe!

—¡No, no es cieto!—ni sabía de qué lo incriminaban, su único delito fue comerse a escondidas  el gerber de Ran.

Lograron atraparlo, Hina no parecía tener piedad, todos eran sospechosos.

—¿A onde ibas?

—Con Haru-chan.—respondió tímido, asustado.

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