✨En nuestro patio hay un mundo por explorar ✨
—Beibi shat tutururuturu, beibi shat...
—Daddy shat tutu...—Emma siguió el canto de su hermano.
Takemichi estaba con una sonrisa de encanto, tan tranquilo de la vida mientras que sus dos compañeros se querían arrancar las orejas.
—Niños, ya no canten tan alto.—entendieron todo lo contrario y elevaron sus voces.—¡Ya por favor!
Yuzuha iba con su peluche de tiburón, tenía a un padre muy fanático de estos animales y quería transmitirle el mismo amor y admiración que les tenía, lo mismo hizo con el bebé Hakkai porque lo entregó a los niñeros vestido de tiburón.
Seishu estaba triste porque su niñero favorito tenía el brazo fracturado y ya no lo podía arrullar como gatito.
Chifuyu estaba agarrando a besos a Kazutora después de haber recibido unos chocolates como regalo de reconciliación.
—Muuuuuak.—hizo el sonido y soltó el cachete de Kazutora.—Te amo mi vida.—vaya, vendía su amor por dulces.
Baji se tapaba los oídos, andaba con ganas de apagar la bocina, pero esta la tenía Takemichi, así que solo se aguantaba. Debió pensarlo mucho antes de hacerse niñero.
En vista de que su día iba feliz y con ese ligero inconveniente, decidió salir al patio trasero, invitando consigo a muchos de los niños, estos salieron como si nunca en su vida hubieran estado en el jardín.
—¡Mida Tasutora, un álbol!—decía Chifuyu, impactado. Tomaba de la mano de su amigo, en el otro extremo traía a Ryusei.—Dyusei, ¿a ti te gusta el álbol?
Los momios no se veían con empatía.
—El pasto está mojado.—Emma intentaba sentir la humedad con los pies, sin embargo traía los zapatos puestos. Solo supo que estaba mojado porque se cayó sin querer cuando salieron todos en avalancha.
—¡Baji, Baji!—Mikey exigía atención, tiraba del pantalón de su niñero.—¡¿Qué es eso?!—saltaba mientras miraba hacia arriba, intentaba alcanzar un arcoíris.
—¡Miden, miden!—los siguientes en darse cuenta fueron Hajime y Seishu.
Los niños quedaron boquiabiertos por semejante acto de la naturaleza, había caído una llovizna y el Sol se hizo cargo de crear arte. En el cielo se miraba un delgado y largo arcoíris, nacía de algunas nubes, los niños querían bajarlo; tanto revuelo hizo que Takemichi también saliera, todavía traía su yeso en el brazo rayado a más no poder por todos sus pequeños.
—¿Qué pasa, por qué tanto grito?
—Tatemichi-san allá hay un atoi...atolili.—Hinata agitaba sus brazos, intentaba volar como un gorrión.
—Oh es verdad, que bonito.—fue igual que los niños, corrió un poco para ponerse al lado de Baji.—Hace mucho que no veía uno...¿ya le tomaste foto?—le preguntó.
Su compañero cargaba a Mikey, ambos estaban embelesados viendo el arcoíris, el niñito rubio tenía el dedo metido en la boca, se lo sacó y lo frotó contra la mejilla de Baji porque tenía una manchita.
—Tas sucio Baji.—restregó un poco su dedo.—Ya, ya no tas sucio.
—Gracias Mikey.
Takemichi se guardó la risa, notó que Baji ni se percató que fue embarrado con baba. Los dos niñeros se distrajeron momentáneamente, el tiempo suficiente para que cada quien se esparciera por todo el jardín, que muy grande no era, y recrearan todos sus sueños.
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Guardería
Fiksi PenggemarTakemichi, Baji y Sanzu, son tres amigos que cuidan de un montón de niñitos. Esta es la historia de cómo viven el día a día lidiando con las pandillas de bebés, niños celosos y traviesos.