—Buenos días Mikey-kun, Emma-chan.—se colocó en cuclillas para recibir a los dos bebés que acababan de entrar en la habitación.—¿Cómo están?
—¿Quién eres?—preguntó Emma. Jamás había visto a un tipo tan feo.
—¿Eh? ¿Cómo que quién soy?—sonrió nervioso.—Soy yo, Takemichi.
—¡Tú no edes Tatemitchi!—acusó Mikey, poniendo a Emma detrás suyo.—Tatemitchi tiene el pelo amarillo.
Los hermanitos Sano cargaban sus mochilas con forma de animal, más específicamente el de un gatito y una tortuga. Se arrinconaban en la habitación, dudando extremadamente del muchacho que se proclamaba como su cuidador.
—¿No me reconocen?, vamos, sólo me pinté el cabello.—sacó el labio inferior, lamentándose de su reciente decisión.—Se los juro, soy yo.
Mikey siguió observándolo, entrecerraba los ojos y lo retaba a un mortal duelo de miradas, el muchacho captó rápido la invitación y ambos pelearon por unos interminables cinco segundos.
—Gané.—anunció Takemichi, riendo con todos los dientes y poniéndose de pie porque el calambre lo estaba matando.
—¿Si eres Tatemitchi?
—Sí, si es.—respondió Baji. Apoyó la espalda contra la pared —¿Qué pasa?, ¿Acaso no estuvieron llorando por él?
—Tatemitchi...—el pequeño puchero de Mikey temblaba, sus ojitos se empañaban rápidamente por las suaves gotas saladas que le caían del rostro, Emma estaba igual o peor al reconocer a su niñero.—¡Tatemitchi!
Los dos tiraron sus mochilas a medio camino para lanzarse a abrazar las piernas de Takemichi, llorando a mares por él. Mikey restregaba la carita en el pantalón del mayor, Emma se aferraba con toda la fuerza que tenía.
—¿Por qué nos dejaste?—Emma quería explicaciones, ya.
—¡Malo, malo!—golpeó su pierna, andaba con mocos.—Te busqué por todas partes.
Al pobre hombre llorón le atacó demasiado rápido el sentimentalismo. Extrañaba a sus niños, su motor de la felicidad, se desplomó por la conmoción de su corazón, respondiendo al cariñoso abrazo de los hermanitos, dándoles besos y restregando su mejilla en la cabeza de cada uno.
—Lo siento mucho Mikey y Emma, no pude venir porque estaba enfermo.—era innecesario explicarles el motivo real.
A decir verdad, Takemichi seguía destrozado. Se estaba secando, muriendo con lentitud. En menos de una semana no iba a soltar tan fácilmente el amor que venía arrastrando desde hace muchos años.
Tenía a sus luciérnagas, sus diminutas fuentes de felicidad acompañándolo en su tragedia. Los abrazos de los niños comenzaron a llenar con trocitos de esperanza el gran hueco que quedó en su alma desde que Kakucho terminó con él.Ellos eran su mejor medicina.
Baji sonrió por la enternecedora escena, un tanto exagerada. Tanto él como Haruchiyo encontraron una gran verdad con la ausencia del chico de ojos azules en la guardería, y eso era que...
Takemichi era el favorito de todos.
Esperaba que todo volviera a la normalidad, aunque muy seguramente ese día sería de puros llantos y reencuentros.
⁽⁽ଘ( ˊᵕˋ )ଓ⁾⁾
—Seishu, tengo que ir.
—¡No!—estaba prendido con fuerza a él, igual que un koala bebé.—No me dejes.
—No te voy a dejar cielo, pero quiero ir al baño.—se mecía estando de pie, acariciando la cabecita del rubio niño.

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Guardería
FanfictionTakemichi, Baji y Sanzu, son tres amigos que cuidan de un montón de niñitos. Esta es la historia de cómo viven el día a día lidiando con las pandillas de bebés, niños celosos y traviesos.