—¿Aló?
Hinata sostenía el teléfono de juguete cerca de su oreja, detrás de una casita estaba su ahora mejor amiga, con otro teléfono parecido. Obviamente, estaban en una llamada importante.
—¿Ontas?—preguntó la niña de grandes ojos cafés.
—Toy aquí.
—Ah ya, voy paraya.—colgó el teléfono y salió corriendo en otra dirección, por lo que Emma tuvo que salir de su escondite tras su compañera.
Takemichi no evitó reírse por la escena tan espontánea. Lo divertido de su trabajo era ver cómo actuaban los bebés, simulando a los padres y todo lo que vieran, más que nada, experimentaban. Eran como científicos, tremendamente curiosos y siempre en busca de más cosas.
La otra buena parte de su trabajo, es que aunque tuviera el estrés por las nubes y habilidades para estar literalmente con los ojos puestos en cada niño, a veces todo era demasiado fácil y tranquilo.
En especial a la hora de dormir. Terminaban gastando su batería y pidiendo brazos para que los apapacharan.Seishu era el primero en caer rendido, buscaba refugio en el pecho de Takemichi, para reposar su cabecita. Trataba de cerrar sus hermosos ojos tupidos de bellas pestañas rubias, pero solo quedaba viendo borroso. Se acurrucaba de a poquito, recibiendo los generosos golpecitos en su cabecita.
—A la rorro niño, a la rorro ya...
El primer gran bostezo fue una maravillosa señal. Seishu permaneció quieto, abrazado a su niñero. Su mejilla quedó aplastada contra uno de los hombros de Takemichi, que no hizo más que observarlo por algunos segundos antes de llevarlo a la cama.
Recostó al pequeño, lo cubrió con una manta y porque no, le depositó un besito en la frente. Lo consideraba un angelito.
—Sueña bonito Seishu.
A media vuelta se encontró con un nuevo exigente de mimos. Pegó un respingo cuando vio a Mikey con los brazos estirados hacia él, también quería recibir atención. El mayor suspiró, sin más opción que cargarlo para mecerlo.
Aquello de dormir se volvió una epidemia instantánea. Como si un gas estuviera adormeciendo a todos los niños, cosa que sin duda era de extrema preocupación.
No había olores en el ambiente, al menos no detectables para los jóvenes adultos.—Haru, ¿Sientes algo?—Baji no pretendía mostrarse alterado, pero tampoco estar a la ligera con el entorno.— Los niños se están durmiendo de repente.
—¿Qué eso no es lo que hacen los bebés?—preguntó, riéndose de la paranoia latente en las pupilas de su amigo.—Yo también me asusté, pero ya revisé todo y no encontré nada malo.
—Entonces supongo que es porque ya jugaron mucho.— recostó a Yuzuha con mucho cuidado en otra de las camitas.—O eso espero.
—Sí, no creo que sea nada malo.
Chifuyu no había aguantado a esperar su turno, simplemente se quedó dormido en una de las casitas de juguete. Kazutora, como siempre, lo buscó por todas partes hasta dar con él, en cuanto lo halló salió en busca de una almohada y una colcha.
—¿A dónde llevas eso, Tora?—lo detuvo, ciertamente intrigado.
—Voy a mimir con Chiuyu.
—Ah, ¿Y dónde está él?
—En la tasita.—cortó la conversación, no podía desaprovechar la oportunidad.
Entró despacio a la mini vivienda, viendo como su amigo se trataba de brindar calor, encogiéndose en su lugar, durmiendo en posición fetal. Kazutora fue amable, extendió la cobija sobre el cuerpecito del rubio, y caminó con las rodillas hasta la parte superior para poder dejar la cabeza ajena sobre la almohada.
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Guardería
FanficTakemichi, Baji y Sanzu, son tres amigos que cuidan de un montón de niñitos. Esta es la historia de cómo viven el día a día lidiando con las pandillas de bebés, niños celosos y traviesos.