Cap 17 "El Toto"

973 92 126
                                    

Al principio reinó la inseguridad, la incredulidad y la ilusa sensación de que eran víctimas de una broma.

Minami trataba de explicar lo que había visto, no obstante los tres adultos le ponían miradas confusas, puesto que hablaba muy rápido en portugués y todavía no sabía cómo definir la cosa que vio junto a todos los nenes.
Fue corriendo en busca de un diccionario, uno que fue realmente difícil de conseguir.

—¿Por qué estará tan angustiado?, no me digas que...—Keisuke lo juzgó sin malas razones, tenía ligero interés en saber porqué actuaba tan dramático el chico. Después de pensarlo brevemente, soltó una risa burlona.—Ja, ¿Acaso vio ese "monstruo"?

—Por lo poco que entendí, creo que dijo algo sobre pelos...—se rascó la nuca por la picazón que daba la etiqueta de la camisa.—Pero puede que tal vez vio un animal.

—¿Será alguna araña?—Haruchiyo ni se lo pensó en buscar el insecticida. A los niños no los podían poner en riesgo de la picadura de cualquier animal rastrero.

Rindou olvidaba momentáneamente que le estaba aplicando la ley de hielo a su niñero, en ese instante se sentía protegido, querido. Por supuesto que no por ser un niñito olvidaba rápido lo acontecido, pero vaya que supo acudir cuando se sintió asustado.

Sanzu no estaba desaprovechando la oportunidad, había extrañado horriblemente tenerlo entre sus brazos y mimarlo. Lo sostenía como si fuera un muñeco y se desplazaba como las copas del árbol contra el aire nocturno, ambos bailaban en silencio, intentando reconectar sus verdaderos sentimientos. Él amaba al niño, como si fuese su propio hijo. Ahora mismo era un padre pidiendo perdón con la mirada, y Rindou su bebé que intentaba asimilar la realidad.

—¿Todavía tienes miedo, Rin?—le tomó de la carita, dedicaba su tibia sonrisa para transmitirle serenidad.

En algún punto el niño pediría que lo devolviera al suelo al verse deteriorado por los recuerdos que todavía le ponían tembloroso.

"Haru-chan es malo..."

Al recibir un beso cálido en su cachete olvidó la forma en que lo consideraba.

"Pero él no es un monstuo"

South regresaba corriendo hasta los adultos, los niños apoyaban al chico gritando sus versiones, estaban alterados. Vieron en sus niñeros a unos superhéroes que acabarían con esa cosa.

—Quien sabe, pero todo esto me da un poco de ansiedad...—Takemichi hizo muecas, comenzaba a morderse pedacitos de carne dentro la boca. No entendía nada de los gritos.

El chico seguía hojeando el diccionario, ocupaba sus dedos como separadores en las páginas que le iban a ser relevantes para decir con palabras claves todo lo que acababa de ocurrir.

"La guardería estaba tupida de arte infantil.

—Me gusta estar aquí...—paró de golpe. —sus pequeños bailarines estaban agotados, pero seguían dando toda su energía en el escándalo musical.—É muito explosiva não...—comenzó a cantar una de esas canciones que pegaron fuerte en las calles de su país.—Essa novinha é terrorista, é especialista~

—¡South-san!—Yasuda se acercaba a él con una bonita sonrisa.—Pon ota vez la tanción que dice quién quere leche, che che che...por favor, ¿Sí?

Minami estalló en una carcajada. Fue lindo para él que algunos pequeños tuvieran esa curiosidad por la letra y la adaptaran a su idioma. Fue complaciente e inclusivo volviendo a poner esa canción que a todos les había gustado.

Rindou tenía su caja de cartón con unos platos de plástico encima y unas orejeras de juguete, jugaba a ser DJ. South le cumplía su sueño dándole la bocina para que manejara el sonido de la música.

GuarderíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora