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Anoche, mientras se reía de algo que Lee había dicho y veía a Minho arrastrar a Jieun a la pista de baile, los gritos de la chica siendo ahogados por la música antes de finalmente ceder, Jungkook se había preguntado por qué no salían así más a menudo, despreocupadamente, como la gente de su edad solía hacer.

Hoy, mientras llegaba tarde al entrenamiento, lo había recordado.

Porque ellos no eran como el resto de la gente de su edad.

Taehyung no estaba en el polideportivo cuando llegó. Jungkook supuso que estaría hablando con algún otro entrenador tras ver que él no iba a llegar a tiempo y que quizás no le había visto entrar, pero, una vez se hubo cambiado y salió a buscarle fuera, vio que el hombre tampoco estaba allí. Según su reloj, el entrenamiento debería haber empezado hacía quince minutos. Llegar tarde no era propio de él.

Pensó en llamarle o mandarle algún mensaje, pero Taehyung no había contestado aún a los que le había enviado ayer, así que decidió empezar a calentar por su cuenta, y las puertas del polideportivo se abrieron justo cuando se echaba el magnesio en las manos. Taehyung entró buscando algo con la mirada.

—¿No eras tú el que adoraba la puntualidad?

El hombre le miró, pareciendo aliviado por un instante antes de apremiarse más aún, y se dirigió automáticamente hacia él.

—Lo siento. Había mucho tráfico y el autobús tardó en llegar. —dijo. Mientras dejaba su bolso en el suelo, junto a la colchoneta, sus ojos se posaron en las manos de Jungkook y luego en la barra que tenía delante. Los entrecerró. —¿Ibas a empezar sin mí?

—Sí, porque ya he terminado de... —Jungkook frunció el ceño. —¿Autobús? Tú siempre vienes en coche.

Taehyung asintió y luego negó. Después, como si se hubiera dado cuenta de lo que acababa de hacer, sacudió la mano, evadiendo la conversación.

—Basta de cháchara, tenemos que recuperar los minutos perdidos. ¿Has calentado?

Esta vez, fue Jungkook el que entrecerró los ojos.

—Sí. —respondió, aunque lo que de verdad quería hacer era preguntar a qué había venido eso. O por qué llegaba tarde en realidad. O dónde había estado anoche.

—Bien. —Taehyung dio una palmada. —Adelante, barras paralelas.

De modo que, aunque hubiera cosas que deseara saber, saltó para colgarse de la barra. Las ignoró y esperó que eso las hiciera desaparecer. Sin embargo, ignorar algo y fingir que no existe lo hace pulsar bajo la piel, como un flujo constante de pensamientos, como enterrar una semilla la hace florecer. Y, como no podía ser de otra manera, no llevaban más de diez minutos de entrenamiento cuando Taehyung comenzó a llamarle la atención.

—Kook, concentrado. —le dijo cuando tuvo que dar una vuelta de más antes de saltar a la siguiente barra porque no había estado preparado en el momento justo.

—Céntrate. —le reprendió más tarde, cuando casi falló un aterrizaje por soltarse demasiado pronto.

—La mente en el juego, Jungkook.

—Concéntrate. Concéntrate. ¿Dónde tienes la cabeza?

Jungkook no lo sabía. Lo que sí podía decirle era en dónde no estaba. No estaba en sus manos, cuyo agarre en las barras era demasiado rígido. No estaba en sus piernas, que, flácidas, le estaban dificultando los saltos. No estaba allí, con él, entrenando.

En realidad, la tenía en algún punto entre la tarde de ayer, incluso antes, y esa mañana. Porque, ¿qué eran todos esos compromisos que Taehyung tenía? No había tantas galas benéficas en el mundo y, aunque las hubiera, no estarían abiertas a altas horas de la madrugada. No había querido pararse a pensar en la posibilidad de que el hombre le hubiera mentido para no entrar en su casa, para no dejarle entrar en la suya o para rechazar la exhibición de Jieun o la cena, pero, ¿y si sí que lo había hecho?

Olympic - TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora