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La entrevista fue un desastre.

Bueno, en realidad no. Lo cierto era que había ido bien. Sin preguntas incómodas, dinámicas extrañas o malas intenciones. Mirándolo con perspectiva había sido la mejor que habían tenido hasta la fecha, y eso era mucho decir.

Sí, eso es lo que el público percibiría, pero ellos no podían verlo todo.

Al otro lado de la moneda, en el estudio, lo que había ocurrido era distinto. Al menos Taehyung se había sentido así. Cada vez que miraba a Jungkook, que contestaba a las preguntas que le dirigía el entrevistador con un tono que no dejaba ver nada más que emoción y dulzura, como cada vez que estaba entre micrófonos, encontraba una tensión tan obvia en su cuerpo que le sorprendía que ni Bogum ni el entrevistador la notaran. Respondía, reía, agradecía... Era el invitado perfecto, y sus fans iban a adorar aquella grabación, pero no estaba completamente presente. Y, donde quiera que estuviese su mente, estaba claro que no era bonito.

Cuando la entrevista terminó y salieron de la sala Bogum les felicitó y se marchó rápidamente, disculpándose con la excusa de una reunión.

—Ha estado bien. Nos veremos en vuestro entrenamiento. —dijo antes de irse. —Taehyung, te llamaré.

Desapareció en el ascensor y Jungkook se giró hacia él con las cejas alzadas.

—Guau. ¿Te llamaré?

Taehyung se encogió de hombros.

—Supongo que tendrá algo que decirme. ¿Nos vamos?

Jungkook asintió pero, en lugar de caminar junto a él cuando comenzó a dirigirse hacia la salida, deseando haber terminado la conversación, se quedó quieto. Taehyung se volvió hacia él. Suavemente, casi de manera imperceptible, los ojos del gimnasta se habían entrecerrado, mirándole.

—¿De qué hablabais antes de que yo llegara? —preguntó.

—De nada. —dijo Taehyung, tardando menos de una milésima en decidirse. Sabía que, si le decía la verdad, que todo aquello era más serio de lo que él creía, no sólo su rendimiento deportivo se vería afectado. Conociéndole, el chico respondería al fuego con más fuego y, esta vez, terminaría ardiendo. Así que se encogió de hombros como si no importara. —Nada importante. Cosas del trabajo.

—Cosas del trabajo. —Jungkook repitió, y una sonrisa rompió su expresión recelosa. Era la misma sonrisa que ponía al principio de todo, la irónica, e hizo que algo gélido le retorciera el estómago.

—Sí. —Y, sólo porque no pudo soportarlo, añadió: —¿Por qué me miras así?

—No te miro de ninguna forma.

—¿Es porque te molesta que hable con mi jefe de cosas relacionadas con el trabajo?

—No, Taehyung. —El sarcasmo se derramó sobre sus palabras con tanta fuerza que, como el suelo de un río que pierde su caudal tras un esfuerzo, el tono de Jungkook se endureció cuando gruñó: —Déjalo.  

Taehyung frunció el ceño.

—No entiendo por qué le odias tanto —dijo, tratando de mantener su propia voz a raya. —, él no te ha hecho nada malo.

—¿Ah, no? ¿De verdad crees eso? ¿De verdad crees que él es sólo lo que te enseña? —Y, cuando no contestó, Jungkook rió. —Joder, pues adelante, tranquilo, sigue dando por hecho que es un angelito. ¿Sabes lo que es el perspectivismo, Taehyung? Significa que no puedes conocer algo realmente sin sumar todas las perspectivas a su alrededor, todas las experiencias que existen, y la tuya no es la única. Pero adelante, puedes darle la espalda a todo para llevarte bien con un hombre con poder y seguir jugando a los secretitos con él. Quién sabe, quizás hasta consigas follártelo en su despacho.

Olympic - TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora