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—Los brazos más abajo. Estíralos.

Jungkook obedeció, sudor entrándole en los ojos.

—Un poco más. Aguanta diez segundos más.

Los brazos le llevaban temblando desde los últimos veinte, pero Jungkook apretó las manos alrededor de las anillas para centrarse en otra cosa. Se mantuvo suspendido sobre ellas hasta que Taehyung dio la orden, bajando el cronómetro, y sólo entonces se soltó, bajando a la colchoneta.

—¿Cuánto ha sido? —preguntó sin aliento.

—Cinco segundos más que ayer. Está bien, pero para el final de la semana tienes que aguantar un minuto más que el lunes pasado.

Agachándose para recoger su botella de agua, Jungkook asintió. Se secó la cara y el cuello con su toalla y se dirigió hacia el vestuario.

—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó Taehyung, frenándole.

—Eh... ¿ir a ducharme? ¿Qué otra cosa voy a hacer?

—No, aún no. Aún no hemos practicado el potro.

Jungkook frunció el ceño.

—Pero ya hemos cumplido las horas de entrenamiento. —protestó. —También tengo que cenar, ¿sabes? Y tengo mucha hambre.

Y Jieun le estaba esperando con, conociéndola, dos pizzas tamaño familiar, pero eso no lo dijo.

—Cenarás —dijo Taehyung. —, pero primero vamos a terminar el entrenamiento.

—Taehyung, llevamos aquí cuatro horas, todo el mundo se ha ido. Si hago algo más...

—¿Qué, mejorarás? —Taehyung le interrumpió, abriendo los ojos teatralmente. —Menudo desastre.

—¿Disculpa, imbécil?

—Imagina el tiempo que llevarán entrenando tus competidores. —El hombre ni siquiera pestañeó dos veces ante el insulto. Le señaló con desgana. —Mientras tú vas a darte una ducha calentita y a disfrutar de una cena abundante ellos no se habrán ido, y mientras duermes ellos madrugarán para superarte. Siempre habrá alguien entrenando para superarte, estés haciendo lo que estés haciendo, así que da lo mejor de ti para que si lo consiguen sea porque realmente son mejores y no porque no has hecho suficiente.

—Estoy haciendo suficiente. —dijo Jungkook. Sin poder evitarlo, mientras Taehyung se dirigía hacia el potro, añadió: —Y soy el mejor.

—Nah.

¿Nah? ¿Acababa de decir nah?

Rabia comenzando a rugir en sus entrañas, Jungkook dejó sus cosas en el suelo y siguió al hombre por el polideportivo.

—Disculpa, ¿puedes repetir eso? —exigió.

—No eres el mejor, estás acostumbrado a serlo. —puntualizó Taehyung. —Y quizás lo seas dentro de Corea o en algunas competiciones internacionales, pero esto son los Juegos Olímpicos. No puedes dar por hecho que vas a ganar. No es un juego. Sabes que tengo razón, aunque sea inconscientemente —añadió cuando Jungkook puso los ojos en blanco. —, ¿por qué si no querrías hacer el x cuando ya ganas todo en lo que compites? No puedes confiarte cuando el nivel está tan igualado.

—Puedo, porque la confianza es de ganadores, y yo lo soy. No confiarme es aceptar la posibilidad de que puedo perder.

—Hay que aceptarla para ganar.

El hombre ni siquiera le estaba mirando. Jungkook se interpuso entre el potro y él, obligándole a dejar de caminar.

—No lo creo. —dijo. Taehyung se inclinó hacia él.

Olympic - TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora