4

4.9K 477 114
                                    

—Llámame en cuanto termines. Minho y yo estaremos viéndote desde aquí.

—¿Seguro que no queréis venir? Salgo muy gordo en televisión.

Jieun puso los ojos en blanco, empujándole hacia el coche.

La competición regional a la que Bogum le había comprometido a ir sin preguntarle sería en menos de una hora. Normalmente Jieun le acompañaría y Minho conduciría, pero esta vez ella tenía que entrenar para una exhibición dentro de unos días y Jungkook no tenía una relación tan estrecha con el guardia de seguridad del Centro como ella, así que había llamado a un taxi.

—Oye —dijo la chica cuando se hubo sentado en el asiento trasero, asomándose por la puerta. —, recuerda que es una competición regional. No es importante.

Jungkook asintió.

—Lo sé.

—Todo el mundo tiene días malos.

—Mhm.

Jieun apretó los labios, inquieta.

—Lo digo porque sé cómo eres y no quiero que pase como hace dos semanas. —insistió, en voz más baja. —No quiero recibir un mensaje tuyo y luego estar en vilo toda la noche porque no sé dónde estás o... —Se interrumpió a sí misma, sombría. —No quiero volver a eso.

—No voy a volver a eso. —le aseguró Jungkook, sonriéndole cuando ella le miró, no muy convencida. —Jieun. En serio. Fue solo una vez y no volverá a pasar.

—Pero...

—Lo prometo, ¿vale? Nadie odió esa fase más que yo.

Tras un momento de silencio, Jieun asintió.

—Que no se repita. —dijo, señalándole con el dedo, antes de golpear el capó del coche con la mano con la que estaba apoyada. —Mucha suerte, Jungkookie. —canturreó con renovada vitalidad. Se apartó para que pudiera cerrar la puerta del coche, despidiéndose con la mano. —No les humilles demasiado.

Jungkook se rió, saludándola también mientras el taxi comenzaba a alejarse de allí.

Hacía unos días, la borrachera que le había llevado a la resaca de su vida le había hecho recuperar por una noche un viejo hábito del que no estaba orgulloso. Por lo menos había sido lo suficientemente inteligente como para avisar a Jieun antes de hacerlo, pero tampoco le gustaba obligarla a tomar responsabilidad por sus propias acciones. Era la razón por la que, en aquella época, nunca avisaba a nadie cuando se iba, y la razón por la que había dicho la verdad.

Sólo había sido una noche más, como una despedida tardía. Hacía mucho tiempo que no sentía el impulso de hacerlo y ya no estaba acostumbrado a su fuerza. Había cedido casi sin luchar, pero no iba a volver a hacerlo.

No quería volver a hacerlo.

Por suerte, antes de poder seguir el hilo de sus pensamientos, que probablemente le llevaban a través de un camino que no quería recorrer, el taxi paró en una calle de la ciudad y Taehyung entró por el lado opuesto a él, sentándose a su lado.

—Buenos días —dijo mientras comenzaban a moverse de nuevo, mirando a su alrededor. —, ¿Bogum no viene?

Jungkook casi quiso reírse.

—¿Bogum? —pensó en decir. —No, él es el director. No le interesa ver estas cosas, sólo organizarlas.

No lo hizo, pero lo pensó. Junto a un par de calificativos específicamente guardados en su armario para él. Pero Taehyung lo entendió.

El polideportivo donde se llevaría a cabo la competición no estaba lejos. El resto del viaje fue tranquilo hasta llegar allí, con Taehyung mirando algo en su teléfono móvil y Jungkook observando la ciudad pasar a través de la ventana tintada de su puerta.

Olympic - TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora