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Cuando Taehyung despertó, lo primero que vio fue una mata de pelo oscuro. Jungkook estaba tumbado boca arriba a su lado, extendido como una estrella de mar sobre la cama. Le había debido de empujar poco a poco durante la noche, porque ahora, mientras que el chico ocupaba prácticamente todo el colchón, él tenía un brazo y una pierna colgando hacia fuera. El frío era lo que le había despertado.

Mirando la hora, se estiró. Se introdujo en la cama y se volvió a quedar dormido. La siguiente vez que se despertó el número que el reloj marcaba estaba dos dígitos por encima y la luz había comenzado a entrar a través de las cortinas, filtrándose a través del cabello de Jungkook para llegar a su rostro. El chico seguía dormido en la misma posición.

Taehyung se desperezó. Ya un poco más despierto, se deslizó bajo las mantas hasta colocarse sobre Jungkook, que frunció el ceño un poquito, pero no se despertó.

Así, dormido, parecía hasta inocente.

Se inclinó y besó el hueco vulnerable en la base de su cuello. Jungkook olía a la comodidad de la cama, si eso era posible. Le hizo respirar hondo contra su garganta, comenzando a desplazar sus besos hacia su pecho. Apartándole la camiseta hacia arriba, bajó en pequeños toques húmedos que se fueron transformando en besos de boca abierta hasta llegar a la pelvis. Allí, sintió que se tensaba, así que jugueteó un poco con él, mordisqueándole alrededor del hueso de la cadera y sólo acariciándole la piel bajo la cinturilla del pantalón hasta finalmente subir con un roce de labios de nuevo hasta su cuello, donde le besuqueó sonoramente la mandíbula.

Manos en su espalda y el pecho de Jungkook hinchándose contra el suyo le hicieron sonreír.

—Hay que despertar... —murmuró contra su piel.

—Mh, no, quiero que sigas haciendo eso.

—Que hoy no haya entrenamiento no significa que no tengas que levantarte. —Le palmeó el costado, arrancándole un quejido. —Vamos, arriba. —Pero se dejó caer sobre él mientras lo decía y Jungkook se rió roncamente antes de bostezar.

—¿Por qué hueles bien? —preguntó. —Acabas de despertarte, Tae, no puedes oler bien.

Taehyung se rió.

—No intentes distraerme. Venga.

Se levantó, poniéndose las zapatillas, y escuchó a Jungkook girar en la cama para mirarle.

—¿Eres tan aplicado en todo que madrugas también en los días libres? —le escuchó preguntar.

—No, pero hoy voy a llevar a Minki a un parque de atracciones, no creas que falta mucho para que se despierte y despierte a todo el mundo con él. —Se giró hacia el chico, que ahora le observaba con los ojos entrecerrados, la cara un poco hinchada y el cabello desordenado, marcas rosas y húmedas alrededor del cuello, y no pudo evitar preguntar: —¿Hace cuánto que no vas a un parque de atracciones?

—Em... No lo sé. Mucho. ¿Y tú?

—Un mes. Minki me obliga a ir una vez al mes, sin excepción.

Jungkook sonrió.

—Suena divertido.

—¿Quieres venir? Seguro que le hace mucha ilusión.

Jungkook sólo tardó un momento en asentir, su sonrisa ampliándose. Segundos más tarde, cuando Taehyung estaba abriendo el armario para sacar una chaqueta que prestarle, le sintió pegándose a su espalda, apoyando la mejilla en su hombro, y rió suavemente, haciéndole vibrar contra él.

—Kook... —advirtió al sentir su aliento en la nuca, aunque no sabía muy bien a quién de los dos iba dirigida la amenaza. Podía imaginar la mirada traviesa del chico tan nítidamente como si le tuviera delante.

Olympic - TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora