TRISTÁN
¡No puedo creerlo! ¿Cómo son capaces de conspirar a mis espaldas? Escucho los pasos rápidos de Nahuel que camina rápido detrás de mí gritando mi nombre. No voy a detenerme. Me agarra de la camiseta obligándome a hacerlo.
—¿La he cagado? ¡Lo siento! Es que...
Giro en redondo.
—¿No te has parado a pensar, ni un momento, en qué meollo me estás metiendo? —digo, dándome toquecitos en la sien en un ademán para tratarlo de loco—. ¿Sabes algo de ella? ¡No! Pues entonces, ¿por qué me expones?
—A Estela se le vio el plumero desde el principio. ¡Recuérdalo! Era posesiva, agresiva, insistente, soberbia, colérica... se dejaba entrever su maldad en cada uno de sus actos.
—Hay gente que lo oculta a la perfección. Y lo peor es que tienen cómplices. Aún no han dado con aquel que me arrastró hasta aquel local vacío tras darme un golpe en la cabeza, para que ella hiciera todo lo que hizo conmigo. Desconfío del mundo entero. ¡De todos! De cualquiera que se me acerque con actitud zalamera —explico colérico—. Quién no dice que Natalia sea similar. O si puedo confiar en ella.
—No lo creo. No la veo así. Además, quería tantear el terreno. De ahí nuestra cita de esta tarde. Su amiga me gusta.
—¡Entonces lígatela y déjame en paz! —bramo, fuera de mí—. Además, voy a estar ocupado buscando algún tipo de trabajo temporal que cubra por encima mis gastos. Deberías de hacer lo mismo. No podemos pasar del aire. Colabora —le sermoneo—. Haz algo de provecho, además de estudiar, que me parece que te gusta bien poco —lo regaño. Porque sé que, con facilidad, se distrae con cualquier cosa si se le presenta la ocasión.
Mi hermano arquea una ceja sorprendido por mi reprimenda.
—Para tu información ya tengo algo mirado. He hablado por teléfono con el encargado de la tienda y esta misma tarde tengo la entrevista.
—¡Oh! Fenomenal. Que no sea todo una pérdida de tiempo.
Ladea la cabeza con enfado.
—¡Vine aquí para estudiar! Que lo sepas.
—Y para ligar. ¡Como si no te conociera!
Suelta una carcajada.
—¡Pues sí! Me conoces de sobra. Y, en este nuevo empleo, iré de punta en blanco. Las citas me lloverán a mares. Estaré en la puta gloria.
—Cómo no. Siempre buscando lo fácil.
—¿Y qué? No soy como tú que te conformas con cualquier cosa. Por arduo que sea el trabajo.
—Trabajo en lo que puedo. No soy tan comodón como tú. Definitivamente, no nos parecemos en nada —confirmo—. Seguro que tú te habrás metido de azafato en a saber qué museo, o similar.
—No. Porque estaban cubiertos. Pero este comercio no está ni tan mal. Y me pagan bien.
Sacudo la cabeza. Sueña demasiado despierto.
—No adelantes acontecimientos antes de hora. Cíñete a la realidad —volviendo a moverme de camino a clase por el pasillo.
Me llevo la mano al estómago. No me ha caído muy bien lo poco que he almorzado. Me viene a la mente la mirada de Natalia: obsesiva, insistente, controladora, buscando acceder a mí como sea. No voy a dejar que ella se acerque a mí. Puede que no sea como la misma Estela. Pero tampoco me agrada su modo de actuar. Hace saltar todas mis alarmas. Y ya he vivido demasiados dramas que me han dejado una terrible huella. No dejaré que mi hermano desdibuje la barrera que he puesto entre ella y yo para que pueda entrar en mi vida.
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Déjame amarte (Borrador)
Teen FictionTristán toma rumbo a Madrid con la intención de huir de Soria; de su exnovia tóxica a la que denunció, y pidió una orden de alejamiento después de que lo acosara. Después de que lo hiciera pasar por todo un calvario, incluyendo una denuncia, con la...