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  TRISTÁN

  ¡Óscar! ¿Cómo estará? ¡La de tiempo que no habíamos sabido de él! Realmente, como hace un par de años, cuando dejó el instituto en Soria y se largó a saber dónde. Probablemente, marchó en busca de algún centro donde dieran la materia que quería cursar, tras terminar el último año de bachillerato en ese mismo centro. Incluso pudiera ser que prefiriera cursar formación profesional. ¡Sí que tiene mucho que contar! A saber qué aventuras habrá tenido durante su escapada.

    Nahuel se empeña en quedar con él este próximo fin de semana. Podré asistir. El viernes termino en la cafetería —aunque no me apetezca nada cuando trabajar me servía de terapia, pero también fue el desencadenante de un intenso estrés—, por lo que tendré más horas libres para usarlas.

    Hemos terminado de confeccionar lo que irá destinado a nuestros disfraces para el cosplay. Echaré de menos excusarme para ver más tiempo a Natalia. ¿Qué digo? No necesito excusas. Porque puedo verla en cuanto tenemos un espacio de tiempo libre. De repente, se ha vuelto la necesidad de mi existencia. Estoy bien envuelto entre sus brazos. No podré estar a su lado este fin de semana. Voy a echarla de menos, obviamente.

    «¿Desde cuándo no eres capaz de estar con ella? A ver si nos aclaramos... ¿No la temías»

    «No sé. De repente están cambiando mis expectativas para con ella»

    «Ojalá pudiera estar por horas incansables, cobijado en mi nuevo lugar favorito: los brazos de Natalia»

    «¿De verdad que ya no la temes?»

    Mi subconsciente sigue activo en su posición defensiva.

    «Ojalá, y no me engañe»

    «Confía»

    Esta vez es la voz de cabeza de Nahuel. Eso me desconcierta mucho más. Sin embargo, ahora, en este mismo instante, le voy a dar mi voto a favor.

    Saúl regresa el viernes por la tarde para organizarse con la jefe para la semana próxima. Desea ver cómo nos ha ido. Despedirse de nosotros.

    —¿Cómo os ha ido la cosa? —consulta, instigado.

    Valeria responde por ella. Ya no hay clientes en el local. Por lo que podemos hablar tranquilamente.

    —Al principio fue complicado. Se empeñaron en marear todo con sus diferencias.

    Saúl arquea una ceja , divertido.

    —¿Diferencias? ¡Qué pena no haber estado aquí para verlo!

   —Así es. Tuve que ponerlos en su lugar, o tendría que buscar nuevos sustitutos.

    —Ya veo...

    —Te lo están contando mal. Fue pan comido —me excuso, con una risilla rebelde.

    Natalia observa la escena entre risas, aunque sin pronunciarse. Parece pasárselo bien con nuestra humorística conversación.

    Saúl suelta una estridente carcajada.

    —Vale. Si ya estuve puesto al día antes de marcharme, ¿recordáis? Solo os vacilaba —sigue bromeando.

    —Pensaba que no te acordabas —repone Valeria.

    —¡Para nada! —Asiente, mirándonos a ambos—. Gracias por la sustitución. Jefa, si en otro momento los necesitas, llámalos a ellos. Estoy seguro de que te habrán hecho un papelón. Me caen bien este par.

    Valeria se ríe.

    —Gracias, Saúl —habla, por fin, Natalia.

   —Tomemos unas birras. Ya no estáis trabajando y podéis beber.

Déjame amarte (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora