NATALIA
Sigo sin creérmelo. Me sujeto la cabeza sintiendo que va a estallarme. Elisa me rodea con sus brazos y me acerca a su pecho.
—Seguro que es todo un malentendido. Vete a saber si no pueda estar tirado por ahí vomitando las dos raciones de ramen —trata de bromear.
—Me lo hubiera hecho saber. Y lo peor, no fui insistente para ir y a compañarlo hasta el baño. Es la primera vez que he sido demasiado descuidada.
Besa mi frente.
—No lo habías visto venir.
Nahuel habla por teléfono. Dice algo sobre unos billetes para el avión. Eso me dice que sus padres quieren llegar cuanto antes hasta aquí. Deben de estar sufriendo por Tristán tanto como yo.
Álex y Brian se han quedado en su cuarto. Elisa, Nahuel y yo buscábamos algo de intimidad, ya que somos los más cercanos al afectado. Para solucionar con rapidez lo que sea. Para pensar, y exponerlo más tarde al resto, en caso de necesitar ayuda, que, de seguro, vamos a necesitarla.
Recuerdo al incompetente hijo de puta de Óscar. ¿De verdad es uno de los cómplices de esa loca? ¿Cómo ha sido capaz de traicionar a un gran amigo de ratos muy buenos? Porque ¿Han sido, son y serán rivales en el amor? ¿De verdad eso vale una preciada vida?
Estallo en llanto. No puedo más. Elisa me aprieta un poco más tratando de consolarme.
Nahuel cuelga y lo llaman.
—¿Diga? ¿Dónde estás, cabrón? —¿Habrá dado con Tristán y estará bien?—. ¿En comisaría? ¿Qué me estás contando? Vale. Luego vienes aquí, al hotel. Tenemos que hablar.
Elisa y yo miramos a Nahuel sorprendido.
—Era Óscar. Quien se llevó a Tristán lo noqueó en los aparcamientos. Va a dar datos del susodicho a la policía. Dice que era uno de esos tipos que nos sirvieron, en el puesto de ramen.
—¡No jodas! —exclama Elisa, sorprendida.
—¿Cómo... cómo pudo llevárselo con él?
—Óscar dice que Tristán estaba inconsciente.
Me llevo la mano al pecho en un ataque de angustia. ¡Estaba indefenso y no lo he ayudado! Entonces lloro. Lloro como nunca lo había hecho. ¿Cómo pude dejarlo solo? Prometí protegerlo. Le aseguré que todo iría bien si estaba a mi lado. Y ahora, me siento enormemente decepcionada conmigo.
Nahuel se acerca. Frota mi espalda.
—Tranquila, Natalia. Juro que daremos con él.
Cuando Óscar llegó, nos contó con pelos y señales cómo era el tipo, el coche que llevaba. Y que no pudo hacer nada porque supo perfectamente cómo agarrarlo del cuello y dejarlo KO, en el suelo.
—No pude detenerlo. Lo siento... —Se gira hacia mí, como si se tuviera que disculpar más conmigo, que con el hermano del afectado—. Lo siento, Natalia. Juro que lo siento.
—Cuando lo viste indispuesto, tendrías que haberlo dicho.
—Ya. Pero él no quería... no quería ser molestado. ¡Yo qué sé!
—Sabiendo el riesgo que corría, fuimos de lo más descuidados —protesto, en un grito.
—Ahora, lo importante, es encontrarlo —ruega Nahuel—. Me gustaría saber cómo supo Estela que estábamos en Barcelona. Quién se lo dijo. Cómo dieron con nosotros.
ESTÁS LEYENDO
Déjame amarte (Borrador)
Novela JuvenilTristán toma rumbo a Madrid con la intención de huir de Soria; de su exnovia tóxica a la que denunció, y pidió una orden de alejamiento después de que lo acosara. Después de que lo hiciera pasar por todo un calvario, incluyendo una denuncia, con la...