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 TRISTÁN

  Tal y como imaginamos, la fila se extendía más allá de la vuelta de la manzana del recinto. Nos sentimos emocionados. Con los nervios a flor de piel. Ya vemos los primeros disfraces confeccionados de manera original. Gente que no le teme al primer frío que destapa un cercano invierno. Diciembre ya está aquí.

    Durante casi dos horas estamos situados en esta hilera casi interminable que, por fin, finaliza. Una vez dentro, nos movemos hasta el baño de los chicos para cambiarnos. Al menos, Nahuel y yo. El resto seguirá con su atuendo de calle. Definitivamente, solo somos dos los que nos hemos empecinado en ir de cosplay.

    Salimos de los aseos. Natalia arregla un poco mi indumentaria. Me entrega los complementos de este.

    —Si es que estás guapísimo —asegura, depositando un beso en mis labios que sabe a gloria—. Espero que no vuelvas a enfriarte.

    Finalmente, mi guardapolvo se trata de un abrigo de poliéster térmico. Sobre él, acoplamos los retoques plateados con unas puntadas de hilo que luego se pueden quitar, y usar la prenda para otros fines más importantes. Siempre, pensando en el ahorro y la comodidad. No estamos como para ir tirando cohetes.

    Hay muchos stands. Quiero ver qué hay en todos. Pero antes, tenemos que pasar a recoger el par de DVD que vienen con la entrada. Lo primero: localizar el stand donde lo están repartiendo.

    De camino, nos paran como cuatro veces —o incluso alguna más—, para tomarnos una foto conmigo, o con mi hermano. Dicen que les parecemos unos personajes de lo más sexys. Natalia ha mirado un poco con desdén a la chica en cuestión, pienso que, con más dudas y algo de temor, que desdén. Ella no conoce el rostro de Estela. Se ha relajado un poco más cuando ha visto que no me ha importado el piropo. Aunque, en parte, le ha importado un poco el que me piropeen. Aunque trata de darme espacio y negarse a ser posesiva conmigo.

    —¿Lo ves, Elisa? Es una pasada ir de cosplay porque ligas más.

    Elisa le da un empujón a mi hermano.

    —¡Ja! Muy gracioso el Goku —se burla, poniendo mala cara. Él le va detrás con mimos esperando que lo perdone, muerto de risa—. Venga, chiqui, porfa...

    El resto ya se ha movido delante, y llegado al lugar de reparto.

    Natalia deja que yo recoja los suyos y los míos. Así, elegir cuáles me faltan para mi colección, ya que dice que ella no es de ver animes, y a mí me hará más ilusión.

    Mientras los recojo, de soslayo, observo que Óscar pone la mano sobre Natalia. La imagino dándole la hostia directamente. Pero al final, parece aguantar el tipo. Escucho la conversación como puedo, o simplemente, leo los labios. Soy bueno para eso.

    —No sé por qué. Pero te noto desubicada.

    ¿Qué pretende?

    —¿De qué hablas?

    —Esto no es lo tuyo, ¿verdad? Me refiero a que preferirías estar en otro lugar, no aquí.

    —No tengo por qué responderte.

    Lo señala con un dedo acusador, a punto de decir algo. Él se le adelanta de nuevo.

    —¿Lo ves? —Asiente antes de seguir—. Has venido para complacer a Tristán. ¿Qué novio no deja a su chica que decida dónde quiere ir?

    Ahora sí que la ha cagado. Va a irle la hostia directa.

    Natalia sigue señalándole.

    —Tú no eres quién para meterte en lo que yo quiera hacer o no. Y otra cosa te digo: déjanos en paz. Los celos te matan —suelta a bocajarro. Estoy a punto de estallar en una carcajada. Me aguanto. Se supone que no les estoy espiando.

Déjame amarte (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora