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Colgué el teléfono y me quedé mirando a la nada, asimilando lo que acababa de pasar. ¿Finn había sido detenido? ¿El que tiene una nota media de diez? ¿El que prefiere estudiar a irse de fiesta? ¿El triunfador de los hijos de mi familia? Bueno, la verdad es que eso es lo que era, lo que recordaba. Ahora, las cosas habían cambiado, y bastante. Ahora tenía un humor de perros, se fugaba del instituto y a saber qué más. Pero me resultaba tan extraño que lo detuviesen... ¿Qué haría un chaval de quince años para ser arrestado?

-¿Qué pasa?- preguntó Harry.

-¿Que qué pasa? Que todo son problemas. Y ya no causados por mí, sino que me tengo que comer los marrones de los demás. Voy a mandar todo a la mierda y me voy a ir a la Habana a vender mojitos- dije mientras caminaba nerviosa por la habitación, haciendo gestos y gesticulando exageradamente.

-Estás pirada de la cabeza- dijo Harry muy relajado.

-Han detenido a mi hermano- dije al fin.

-Bueno, hay una primera vez para todo- dijo en el mismo tono.

-¿Te parece gracioso? Porque es que tiene la gracia en el culo. ¡¿Cómo voy a sacarlo de allí si soy menor de edad!?- dije empezando a desesperarme mientras me cabreaba aún más. ¡Yo atacada, mi hermano en comisaría y Harry tan tranquilo!

-Relájate un poco, ¿quieres? Me pones nervioso.

-Bien, pues quédate todo lo tranquilo que quieras, me voy.

Fui con pasos largos y fuertes hasta la habitación de Harry para ponerme la ropa de el día anterior. No tenía remedio, no me iba a ir con su ropa porque fuera hacían temperaturas bajo cero. Cuando terminé, dejé perfectamente doblada la suya. Finalmente, me dirigí a la puerta principal para irme. Si Harry iba a cachondearse de mis problemas, que no lo hiciese en mi cara. Me sentí algo decepcionada ya que después de lo que ocurrió la noche anterior, ahora tenga que ocurrir esto.

Salí de la casa dando un portazo en el que se reflejaba mi ira. Caminé con las manos en los bolsillos de mi abrigo, cabizbaja. Mientras, pensaba qué demonios iba a hacer para sacar a mi hermano. Me pedirían el carnet de identidad y verían que aún tenía diecisiete años y me quedaría con cara de "tierra trágame" mientras pensaría alguna excusa estúpida. En serio, necesitaba que se me ocurriese algo ya.

Varios minutos después, de repente, oí la bocina de un coche. Al girarme, vi que era el de Harry, con él dentro. Resoplé y rodé los ojos como de costumbre ante este tipo de situaciones. Me acerqué a ver qué quería.

-Qué.

-Sube- dijo él.

-¿Para qué?

-Para llevarte a la Habana, no te jode- dijo irónicamente.

-Qué chispa- dije en el mismo tono.

-Hailey quieres subir ya, me cago en la puta.

Nuevamente rodando los ojos, entré, me puse el cinturón y me crucé de brazos.

-¿Qué vas a hacer?- pregunté.

-Nada, salvarte el culo, como de costumbre.

-No tienes por qué hacerlo- dije.

-Sabes que sí así que no me toques más los huevos- dijo.

-Ugh- dije indignada.

Condujo por las calles de la ciudad algo rápido para mi gusto, pero para qué quejarme después de todo. Todo estaba lleno de gente y coches, era hora punta.

-Me cago en la puta, ¡acelera, hijo de perra!- dijo Harry a causa del atasco que había.

Me di cuenta de que a quien había gritado era a mi madre, pero sorprendente, no iba en su coche. Me escurrí para abajo en el asiento, escondiéndome, para que no me viese.

Remember «h.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora