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-Ciao- escuché al otro lado del teléfono. La llamada se cortó.

Me quedé mirando el teléfono empanada. No sabía distinguir si la voz era de hombre o de mujer. No sabía si era un "ciao" de saludo o despedida. Vulgarmente era la última opción, pero en el propio italiano era válido para ambos casos. El número era oculto, no podía devolver la llamada. Me quedé tan pillada por lo que acababa de ocurrir que no sabía reaccionar. Simplemente me mantuve sentada, sin moverme. La palabra "ciao" se repetía en mi cabeza al ritmo de los latidos del corazón.

De repente, sonó el móvil de nuevo. No tardé ni un segundo en descolgar.

-¿Quién es?- dije nerviosa, muy nerviosa.

-Policía, arriba las manos- dijo una voz muy conocida. No era la misma de antes.

-¿Chelsea?

-¡Bingo!- dijo graciosa.

-¿Qué quieres?- dije alterada. La situación no me daba buen rollo. Pero ella no podía haber sido.

-¿No puedo llamar a mi amiga para saber qué hizo anoche y dónde se mete para no ir al instituto?

-Oh- dije más tranquila- es largo.

-Cuenta- dijo animada.

-Verás...- le conté más o menos qué había pasado, omitiendo todo lo que Harry me contó y que Finn fue detenido. No sé por qué lo hice, simplemente, no me pareció necesario.

Tras minutos comentándolo, ella también tenía noticias.

-¿Sabes? He conocido a un chico.

-¡Hailey!- dijo mi hermano que apareció de repente en mi habitación.

-Espera- le dije a Chelsea- ¿qué quieres?

-Mamá dice que bajes.

Resoplé y rodé los ojos.

-Chels, no puedo hablar ahora, pero tenemos una conversación pendiente.

Colgué y me metí el teléfono en el bolsillo. Salí de mi habitación y fui a la cocina, donde estaban mi madre y Bob el bobalicón. ¿Por qué mi madre tuvo que juntarse con este tío? Me daba mucho asco. Venía a mi casa a vivir de gratis y no me hacía ni puta gracia. Me ponía de mal humor con solo verlo.

-¿Qué quieres?- le dije a mi madre.

-¿Te acuerdas de lo que te dije de que tenías que ir a casa de Hazel a coger unos papeles?- me dijo.

-Eh... ¿No se lo dijiste a Finn?- dije haciéndome la tonta, aunque en realidad sí que me lo había dicho a mí.

-No, te lo dije a ti, estoy segura.

-Mamá, con la edad es normal...- me interrumpió enfadada.

-¿Me estás llamando vieja?

Observé como Bob miraba la situación divertido. Ugh, qué asco me daba.

-Pero mamá, no me llevo con Hazel...- cambié de tema.

-Me da igual, sólo tienes que hablar con su madre.

-Pero no sé qué decirle- continué insistiendo.

-Ella sabe lo que tiene que darte. No le des más vueltas y ve.

-Y no sé dónde vive- dije.

-Te digo la dirección y no hay problema.

-¿Y por qué no vas tú?

-Porque te lo he mandado yo.

-Ugh, me voy- dije y salí de la cocina.

¿Ahora tenía que ir a casa de Hazel? Pero cómo podía hacerme esto mi madre. Hazel quiere clavarme una estaca o algo. Si salía herida de allí era su culpa.

Remember «h.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora