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Caminé sin rumbo por la ciudad. Simplemente di vueltas por las calles, intentando despejarme. Iba cabizbaja, con las manos en los bolsillos de mi abrigo. Hacía bastante frío.

En las calles había poca gente, ya que era de noche. Y las que había eran para volver a casa del trabajo o para ir a hacer el turno de noche, supuse.

Iba un poco mareada por el alcohol, ya que aunque había tomado poco, no sabía si estaba acostumbrada, y por lo que se veía, no.

Pensé en mi madre. Seguía igual de manipuladora y egoísta como siempre. Y en mi hermano. Siempre había sido un buen chico, pero mamá siempre sacaba lo peor de él. Mi padre siempre ha estado en medio, solucionando peleas y discusiones, pero ahora no está, lo sustituye el vago y asqueroso de Bob. Creo que podría llamarle bobalicón. Pero seriamente, mi familia estaba rota y por culpa de mi madre. Si pudiera me iría de casa pero no tengo dinero, edad y lo que más necesitaba: recuerdos. Porque, ¿quién era? ¿Qué quería?

Iba pensando y reflexionando en todo eso cuando vi una silueta caminando hacia mí. Al estar más cerca me di cuenta de que era el cerdo del bar. Estaba empezando a tener miedo de lo que pudiera hacerme, así que agaché la cabeza y caminé rápidamente. Pero no funcionó y me vio.

-Pero bueno, si es la zorrita. Qué, ¿buscando a más tíos para calentarles?- dijo. Yo lo miré desafiante. Llevaba el pelo algo húmedo por el vaso que le tiré encima antes.

-Que te follen- le dije sin cortarme un pelo.

-Me has dejado con todo el calentón.

-Pues espero habértelo bajado cuando te he tirado el vaso encima.

-¿Te crees muy graciosa?- dijo acercándose a mí. Yo intenté alejarme, pero me agarró por los hombros- si no gritas, no te pasará nada.

-Suéltame- dije intentando soltarme de su agarre.

-Venga no te resistas preciosa, si lo estás deseando- dijo arrimándose algo más.

-¡Que me sueltes!- grité.

Algunas lágrimas se resbalaban por mis mejillas. Tenía miedo, mucho miedo. Este tío me podía hacer cualquier cosa y yo estaba indefensa. Necesitaba jodida ayuda, el tío este estaba pasando los límites.

Se ve que algún dios o algo del cielo me oyó porque vino ayuda.

-Louis suéltala- dijo una voz ronca, a la que no pude ver el rostro por culpa de estar contra una pared.

-¡Joder Harry, que te pires!- dijo el tal Louis.

Harry le dio un puñetazo a Louis, el cual cayó al suelo. Yo me quedé mirando a Harry, con los ojos llorosos y asustada. Él, también, aunque con una expresión de sorpresa. Era el chico que pillé en el baño en el bar.

-Ni... Niall, encárgate de él- dijo sin apartar la vista de mí, algo nervioso. El chico rubio, que también había estado en el bar, hizo caso a su amigo y se llevó a Louis de ahí.

Nos quedamos solos, mirándonos, uno frente a otro, en silencio, esto último algo incómodo, por lo que decidí reaccionar.

-Gracias. Soy Hailey- dije extendiendo mi mano para estrechársela. Él no reaccionaba, parecía que estaba en estado de shock- mira, tengo puta amnesia, no recuerdo nada, no sé ni qué hago aquí. Lo mismo el mundo ha evolucionado y la gente ya no se saluda, pero yo no entiendo nada y me están dando ganas de darte un guantazo- dije un poco inconscientemente ya que iba un poco fuera de mí por el alcohol, como dije antes.

-¿Tienes amnesia?- no contesté, sólo lo miré, no tenía ganas de repetírselo otra vez- perdona, soy Harry.

-¿Eres amigo del tal Louis?- le pregunté.

-Sí.

-Pues hasta luego, no quiero más problemas en mi vida- dije y empecé a caminar.

-Hailey, no me vuelvas a dejar así- dijo algo bajo, aunque lo escuché.

-¿Qué?

-¡No puedo más con esto!- dijo.

-¡Tengo amnesia! ¡Si no me lo dices tú, no sé nada!- dije. Iba a explotar. Oh dios, cómo odiaba esto- ¿te conozco?

Pasaron unos segundos.

-No- dijo serio.

Lo ignoré, este tío iba bebido o algo. No tenía ganas de nada. Solo de ir a casa, ignorar a mi madre y acostarme.

Mientras iba, continuaba reflexionando. Casi me violan ahí en medio de la calle. Menos mal que llegó Harry, pero parecía un imbécil. Encima era amigo de Louis, y eso no debía ser bueno.

Cuando llegué a casa, toqué al timbre ya que no tenía llaves. Abrió mi hermano, con no muy buena cara.

-Hola Finn- le dije.

-Hola Hai, eh, mamá me ha dicho que te diga que mañana vuelves al instituto.

-¡¿Cómo?!

No podía volver al instituto, acababa de salir del hospital. No conocía a nadie. Subí corriendo al cuarto de mi madre. Me la encontré a punto de darle al tema con Bob. Qué asco, pero tenía que dejarle las cosas claras.

-¡Hailey! ¡Llama antes de entrar!- dijo ella- ¡¿dónde has estado?!

-No finjas que te importa. ¡Mamá, no puedo empezar mañana el instituto! ¡Acabo de salir del hospital!

-Cuanto antes empieces, mejor, no le des más vueltas, he hablado con el director.

-¡Es que... Uf! ¡Te odio!- cerré dando un portazo y fui a mi habitación.

Para intentar olvidarme de todo, me puse a observar mi cuarto. Me llamó la atención un papel arrugado que había sobre el escritorio. Lo alisé para leerlo, ponía H&H. Y estaba manchado de lo que parecía sangre. No me recordaba nada, aunque no me daba buena espina. Lo dejé donde estaba y seguí mirando. Encontré una botella que alguna vez tuvo alcohol, bebida. Lo sabía por el olor. ¿Era una alcohólica o qué?

Me pasé unos minutos más buscando, pero tenía miedo de descubrir mi pasado. Sangre y alcohol no era algo bueno. Tenía que preguntarle a alguien quién fui, cómo fui. Pero por ahora nadie me quería decir nada. Todo el mundo parecía saber sobre mí, mientras yo no sabía nada de nadie.

Me tumbé en la cama y suspiré. Mañana tendría que levantarme pronto para ir al instituto. Iba a ser el bicho raro, no iba a conocer a nadie. Mi madre era una egoísta, debería ponerse en mi lugar. Empecé a agobiarme. Desde que desperté, me daban ataques de ansiedad. Me incorporé para tomarme una pastilla para relajarme, que estaba en la mesita de noche. Observé una pulsera que había encima. La cogí. Era de plata y llevaba un colgante con las letras H&H. En serio, ¿qué era eso? Lo ponía por todas partes. A lo mejor tenía una mejor amiga llamada... Hanna, Hilary o algo que empezara por H. Tendría que saber qué significaba. Lo mismo si me la ponía alguien la veía y me decía algo, así que eso mismo hice. Después, me tomé la pastilla y cerré los ojos.

Remember «h.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora