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Salí de casa no antes de dar un portazo que reflejaba toda mi ira, mi rabia, mi desesperación por no poder hacer nada para arreglar todo aquello. Mi familia estaba rota por culpa de mi madre y tenía que quedarme de brazos cruzados. Eso era lo que más rabia me daba. Se pensaba que por ser mi madre podía controlar mi vida.

Con las manos en los bolsillos y las lágrimas a flor de piel, llevaba como una hora caminando por las calles de Londres, algo abarrotadas por culpa de que era hora punta. La gente salía del trabajo esperando a ver a su maravillosa familia. Yo no podía hacer eso. Ni trabajaba, ni tenía una familia.

Se estaba poniendo el sol, cosa que hacía que el cielo estuviese de unos colores bastante peculiares.

Yo no sabía dónde ir ni qué hacer. No tenía ningún sitio. De pronto, me vino a la mente. Esa palabra. Esa maldita palabra. Estaba sola. Otra vez. O, como siempre. Quizá sólo estaba dramatizando. Quizá sólo era un ataque de ansiedad, unido con esa sensación de no saber quién eres, qué quieres y adónde vas. Esa sensación que sentí al despertar en el hospital. Quizá no estaba tan sola. Y entonces, solo supe reaccionar de una manera. Puede que no fuese correcto, o que pudiese haber hecho algo mejor. Pero la palabra ángel iba unida a su nombre, y ahora necesitaba un ángel.

Cogí mi móvil y marqué su número. Me lo llevé a la oreja y esperé ansiosa a que los pitidos cesaran y pudiera escuchar su voz.

-¿Sí?- dijo su ronca voz, con un cierto barullo de fondo.

-Ayuda- dije en un hilo de voz.

-¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

Miré a mi alrededor. Sinceramente, no lo sabía. Había dado vueltas sin rumbo y toda esta mierda me había sacado de la realidad.

-No... No sé decirte.

-¿Qué? Hailey vamos, ¿qué ves? ¿No te suena nada?- dijo Harry alzando la voz.

Miré a mi alrededor.

-No...

-A ver, mándame tu ubicación y espérate ahí- dijo y después, maldijo por lo bajo.

-Voy.

Colgué y como me dijo, le mandé mi ubicación para después guardar el teléfono en el bolsillo de mi abrigo. Me senté en el suelo, apoyada en una pared a esperar. Intentando dejar por unos segundos la mente en blanco.

Unos minutos después, alguien me sacó de mi especie de estado de trance.

-¿Hailey?

Alcé la mirada para encontrarme con Chelsea.

-Hola- dije desganada.

-¿Qué haces aquí?- me preguntó.

-No lo sé, ¿y tú?- dije mientras me levantaba.

-Con... Con Niall, pero Hailey, ¿estás bien?

Detrás de Chelsea vi una mata de pelo rubio con gafas de sol, observando la situación con atención.

-No- susurré.

-¿Qué te pasa?- dijo mi amiga.

-Todo- dije mientras me encogía de hombros.

-Vamos, cuéntame.

-No importa Chelsea, no es el momento- dije con una triste sonrisa.

-¿Harry?- dijo mi amiga. Me di la vuelta para encontrarme con el susodicho.

-¿Niall?- dijo Harry.

-Eh, hola- dijo el rubio.

Harry se había extrañado de que Niall estuviese allí. Se notaba en su expresión. Y a continuación, lo hizo más obvio.

Remember «h.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora