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Me desperté por culpa de los rayos de sol que entraban por la ventana. Poco a poco mis ojos se abrieron buscando una luz no tan molesta. Inhalé el aroma de las sábanas, llevándome al mundo real. Ese aroma me recordó a la noche anterior. Ese aroma no era con el que normalmente despertaba. Ese aroma era de Harry.

Me levanté de la cama con dificultad por el sueño que aún pesaba en mis ojos y salí del dormitorio de Harry. No tenía ni idea de qué hacer ahora, debería irme a casa, pero tenía dos inconvenientes: uno, no me iba a ir sin decir una palabra, ya que si Harry estaba durmiendo no quería despertarlo y dos, mi madre iba a matarme de alguna manera por no haber aparecido en casa y no avisar.

Caminé por el pasillo hasta entrar en el salón y ahí estaba Harry durmiendo en el sofá. Parecía la cosa más inofensiva y más tranquila del mundo. Se abrazaba a él mismo y supuse que tenía frío, así que cogí una manta de color marrón que se encontraba perfectamente doblada en un brazo del sillón, la desdoblé y se la puse encima. Él se removió en el sitio y abrió los ojos. Mierda, lo había despertado.

-Pe... Perdona- le dije sintiéndome arrepentida por sacarlo de su sueño.

-¿Por qué?- dijo incorporándose, quedándose sentado.

-Por despertarte, supongo- dije algo intimidada.

Negó con la cabeza, sin decir nada, aunque juraría que se le había dibujado una ladeada y pequeña sonrisa en su rostro.

-Bue... Bueno, eh, creo que debería irme ya- dije rascándome la nuca.

-¿Sin desayunar?- preguntó mientras entraba a la cocina.

-No sé- me encogí de hombros.

Harry se dio la vuelta y se apoyó de lado en el marco de la puerta.

-¿Quieres que vayamos a desayunar fuera?- dijo en un tono el cuál no podía distinguir si era intimidando o siendo compasivo.

-Tendría que ir a casa a coger ropa.

-Pues vamos.

Asentí no muy convencida y volví a la habitación de Harry para quitarme la ropa que me había prestado para dormir y ponerme el vestido que llevaba ayer. No tenía otra cosa que ponerme, por eso tenía que pasar por casa.

Mientras me vestía me fijé en una de las mesitas de noche. En una había una foto en un marco. Me acerqué para verla. Salía Harry de pequeño y sinceramente, era la cosa más mona del mundo. Estaba sonriendo con una sonrisa cerrada. También aparecía una niña algo más pequeña a la que Harry tomaba. Pero ésta, tenía dos tubos metidos por la nariz, cosa que me me dejaba algo descolocada. ¿Quién era?

Dejé la foto y cuando terminé de vestirme, fui a la entrada a esperar a Harry, pero al parecer era él el que me estaba esperando a mí.

Abrió la puerta y me hizo una señal de que saliera. Eso hice y él detrás de mí. Después lo seguí hasta donde fuera ser que iba. Iba tenso, mirando hacia todas partes, como si estuviera vigilando.

Llegamos hasta un coche de color blanco algo antiguo, aunque eso era lo que lo hacía bonito. No sabía que Harry conducía.

Se montó en el coche y yo seguidamente también, en el asiento del copiloto.

-No sabía que conducías- dije a los minutos de arrancar el coche para romper el incómodo silencio.

-No sabes muchas cosas de mí.

Alcé una ceja ante su respuesta. También era verdad.

Condujo hasta mi casa pero cuando llegamos algo rondó por mi cabeza. No le había dicho la dirección. Me daba miedo preguntarle que por qué lo sabía así que me limité a callarme.

Remember «h.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora