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-Venga Hailey, arriba- escuché.

Abrí los ojos y me encontré con mi madre.

-¿Qué?- dije adormilada.

-Tienes que ir a clase.

-Pero si el instituto está quemado- dije mientras me daba la vuelta en la cama.

-Pero solo un edificio. Se puede seguir dando clase.

Resoplé.

-¿De dónde has sacado eso?

-De tu director.

Rodé los ojos y me levanté. Mi madre desapareció por la puerta.

Ya era lunes por la mañana. Desde el sábado por la noche no había salido de casa. El domingo me lo tiré encerrada, estudiando. Era necesario si quería aprobar el curso y no repetir, cosa que no deseaba para nada. Aunque bueno, no solo estudié, también le di muchas vueltas a la cabeza. Básicamente a temas como Harry, cómo me siento cuando estoy con él, los besos, mi madre, Finn e Ian... Todo era un caos, pero intenté no pensar mucho en ello, no quería volverme loca.

Por otra parte, ya levantada, fui a mi armario a vestirme, eligiendo un jersey y unos jeans, nada del otro mundo. Después de ponerme la ropa, bajé a la cocina para desayunar, donde me encontré con Finn.

-Buenos días- me dijo.

Desde que me contó lo de Ian estaba de buen humor y me alegraba mucho por eso.

-Buenos días- le dije mientras le frotaba el pelo con brusquedad.

Desayuné lo más rápido que pude, ya que no iba bien de tiempo para el instituto, mientras conversaba con Finn, quien me contó que Ian estaba recuperándose de las quemaduras y pronto le darían el alta.

Finalmente, cuando terminé de desayunar salí de casa con rumbo a clase. Me puse los auriculares con Eye Of The Needle de Sia sonando, pero me los quité a los pocos minutos porque vi a Chelsea y me acerqué a saludarla.

-Ey Chels- le dije mientras le daba una palmadita en la espalda.

-Hola- dijo. Parecía algo decaída.

-¿Qué pasa?- dije, dándome cuenta de su estado de ánimo.

-Nada- me quedé mirándola, ya que sabía que mentía- vale, es Niall. Me preocupa.

-¿Por qué?

-Al principio cuando empezamos a salir todo estaba bien, pero desde hace poco está algo distante y cabreado.

-¿Y le has preguntado qué le pasa?

-Eh, no.

-Pues no sé a qué esperas.

-Bueno, se lo diré- se encogió de hombros.

-Venga, seguro que no es nada.

Conversamos unos minutos más hasta que llegamos al instituto y nos cruzamos con Harry.

-Hola- le dije.

-Buenas- dijo. Me di cuenta de que tenía leves heridas y moratones.

-¿Qué te ha pasado?- preguntó Chelsea, que al parecer, también se había dado cuenta.

-No te importa- dijo Harry, más borde de lo normal.

-¿Perdona?- dijo Chelsea.

-¡Harry!- dije a la vez que mi amiga.

-Tengo clase- dijo el rizos y desapareció por los pasillos.

¿Qué demonios le pasaba? Este chico no paraba de sorprenderme. Tanto para bien como para mal.

Remember «h.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora