☾ capítulo veintisiete ☽

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Expulsé el humo del cigarro a través de la ventana y tomé otra calada. Sentí el humo toxico entrar a mis pulmones, contaminar mi cuerpo y luego salir al exterior por medio de mi boca y mis fosas nasales.

Las chicas se encontraban en la oficina, discutiendo sobre los últimos detalles del plan para robar la famosa corona. Leigh y Jesy discutían sobre entrar disfrazadas o simplemente jamás hacerse ver; Perrie insistía sobre viajar lo antes posible y Jade escuchaba todo y daba sus opiniones. El día se aproximaba con rapidez, tan solo faltaban 48 horas para el gran robo que dejaría a toda Inglaterra con la boca abierta. Habíamos tomado todas las medidas, pero ellas siempre querían dejarlo en la perfección.

Solté el humo y dejé el cigarrillo ya acabado sobre el cenicero.

—Chicas —les dije, llamando su atención—, dejen de estresarse. Tenemos tiempo suficiente y el plan ya está trazado. —Me giré sobre el escritorio y me senté en la silla de cuero negro—. Mejor cuéntenme que han hecho con sus nuevas... —sonreí— mascotas.

Había estado desaparecido por un par de días en mi apartamento, disfrutando solo de la compañía que Perrie y Hatchi me brindaban. Había tenido demasiadas ideas en la cabeza y necesitaba un tiempo fuera del trabajo para relajarme, sin embargo, apenas había podido pegar un ojo en las noches. Perrie en mi apartamento fue una de las razones, pero principalmente era el nerviosismo dentro de mis venas el que no me permitía dormir. Si algo salía mal, realmente las consecuencias serían desastrosas; para todos.

Las chicas rieron, acomodándose en el viejo sillón de terciopelo y sonriéndome con lujuria.

—He obligado a Niall a tatuarse mi nombre en su muñeca —rió Leigh. Levanté las cejas sorprendido, Niall le temía a los tatuajes—. El pobrecito estaba súper asustado cuando vio la aguja. También estuvimos bebiendo algo de alcohol —recordó—. Y lo siguiente no es apto para menores —alzó las cejas repetidamente, soltando otra risotada.

—Liam y yo hemos estado... ocupados —sonrió Jesy, entornando los ojos hacia el cielo de Londres plagado de estrellas.

—¿Ocupados en qué? —pregunté divertido.

Negó con la cabeza y volvió a reír.

—Cosas personales, Zayn.

—Desearía tener sus suertes, chicas —dijo Jade, cruzándose de brazos con enojo—. El idiota de Harry no para de hacerme enojar cada cinco minutos. Cree que puede "conquistarme". Estuvo a punto de arrojarlo por la ventana esta mañana.

—No lo hagas —le dije con seriedad, olvidando por completo las bromas. Jade me miró confundida.

—Creí que podíamos hacer lo que queramos...

—Menos matarlos, esa es la única regla. Los necesito con vida —susurré por lo bajo, fulminando a la chica con la mirada.

Nos quedamos callados por un tiempo, escuchando el ruido de nuestras propias mentes. «Perfecto, Malik, levanta sospechas», pensé con ironía, regañándome. Pero no podía dejar que los mataran. Los necesitaba vivos para poder dárselos a él.

Sentí mi presión elevándose y mi corazón comenzar a latir con más rapidez. Me levanté y tomé mi caja de cigarros, encendiendo uno y llevándomelo a la boca. Me acomodé delante de la ventana por segunda vez, observando el cielo de Londres. Sentí la paz entrar a mi cuerpo lentamente.

—Pueden irse —dije finalmente, manteniendo un tono tranquilo. No se levantaron—. ¡Es una orden! —exclamé, perdiendo los estribos. La paz había escapado de mis manos. Apreté la caja de cigarros haciéndola pedazos con todo su contenido dentro.

Ladies of the Darkness » little directionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora