☾ capítulo treinta y seis ☽

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Perrie me ayudó a levantarme de la cama y a entrar al baño para que pudiera tomar una ducha con agua fría. Todo mi peso estaba apoyado en la fría pared de azulejos para poder mantenerme erguido y no caerme en el suelo. Mis piernas aún seguidas dormidas, pero ya comenzaba a sentirlas un poco.

Mientras el agua golpeaba contra mi cuerpo logrando escalofríos por la temperatura, repasé los últimos sucesos de la semana: hablé con Charles e hice un trato para que las chicas fueran libres; me quedé completamente solo en Londres, a merced de cualquier cosa que él me pidiera; había estado al borde de la muerte cuando de repente Perrie aparece en mi departamento para, bueno, salvarme. Un escalofrío recorrió mi columna al pensar que hubiera sucedido si ella no hubiera aparecido.

Cuando dejé de atormentar mi cabeza con preguntas de último momento -¿tendré fiebre? ¿Mi habitación seguirá siendo un desastre? ¿Estaré desnutrido? ¿Hatchi estará bien?- cerré la llave del agua y salí de la ducha con ayuda del lavamanos. Dudé en llamar a Perrie para que me ayuda. No quería verme tan débil y necesitado como sabía que estaba.

Lentamente, saqué ambos pies y caminé hacia la puerta sin despegar mis manos de la pared. Abrí la puerta, saliendo al pasillo y caminando con dificultad a la habitación. Ella se encontraba sentada en mi cama, jugando con alguna aplicación de su celular. Levantó la vista cuando escuchó la puerta abrirse. Sus mejillas se volvieron rojas. No pude evitar pensar en un deja vú.

—¿Puedes tu solo? —preguntó, parándose de inmediato y ayudándome a caminar. Llegamos hasta el extremo de mi cama y me sentó en el edredón azul que ella había colocado.

—¿Qué haces aquí? —la pregunta había sonado un poco fuerte, pero juraba haberla visto por última vez en la cocina.

—Como si no te hubiera visto desnudo, Zayn —me miro con una sonrisa traviesa mientras buscaba mi ropa. Me lanzó unos boxers negros limpios y me los puse—. Además, sabía que aún no estabas en condiciones para andar de aquí para allá por tu cuenta. Estaba esperando que me llamaras cuando salieras del baño.

—No estoy tan débil —le dije—, solo algo cansado.

Me trajo unos pantalones deportivos y una camisa vieja que no había usado en años. Sin protestar, la dejé ayudarme a colocarme el deportivo. Luego, caminamos juntos hasta la sala. La luz del sol golpeó tan fuerte mi cara que tuve que retrocedí hasta quedarme nuevamente en el pasillo. En mi mente, imaginé que era un vampiro y que aquella era mi nueva pesadilla.

—Vamos, la luz te hará bien. Estás muy pálido —tomó mi mano y tiró de ella para que avanzara. El calor volvió a ser insoportable y pensé que volvía a la pesadilla, pero unos segundos después la luz comenzó a ser agradable y retiré mi mano de los ojos—. ¿Ves? Así está mejor.

Le sonreí y apreté su mano con ternura, intentando darle las gracias suficientes que jamás podrían salir de mi boca. Ella me sonrió también. Caminamos hacia la cocina, donde un plato de comida humeante se encontraba sobre la mesa.

—No tengo hambre —protesté, sintiendo mis tripas revolverse cuando me senté frente al platón de sopa.

—Debes comer algo —insistió, entregándome una cuchara. La tomé de mala gana.

—Pero...

—Zayn —se puso seria—, come.

Bajo la mirada intimidante de esos ojos azules, no pude negarme. Tomé toda la sopa lentamente, sorbiéndola y saboreando su sabor. Podría haberme dado una barra de cereal y la podría haber comido con la misma lentitud. No estaba seguro de que mi estómago resistiría la comida.

Ladies of the Darkness » little directionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora