☾ capítulo treinta y uno ☽

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Me tomaron de los brazos y me obligaron a caminar hacia adelante, saliendo de la oficina y llevándome al ascensor. Zayn entró detrás de mí y presionó el botón que daba al estacionamiento.

—Las espero abajo, no tarden —les dijo a las chicas antes de que las puertas se cerraran.

—¿Qué piensas hacerme? —le pregunté.

Zayn apenas me miró cuando dijo:

—Serás mi carnada.

Abrí la boca para hablar justo cuando las puertas de metal se volvieron a abrir. Me obligó a salir y a caminar hacia la calle. El sol estaba volviendo a bajar; pronto volvería a anochecer.

—¿Por lo menos podías explicarme?

Adiviné que él giró los ojos cuando empezó a hablar.

—Niall escapó. Leigh lo perdió de vista cuando fue al baño y se fugó —dijo, dando la vuelta a la esquina—. Eso ocurrió anoche cuando ya comenzaba a amanecer. No pude encontrarlo. Pero —hizo una pequeña pausa que usó para sonreír—, sé que no está lejos y tú me puedes ayudar a encontrarlo.

—¿Cómo sabes eso? Él es inteligente. Lo más seguro es que esté en la estación de policías pidiendo refuerzos para encarcelarlos a todos ustedes —escupí.

Él negó con la cabeza.

—No es tan inteligente como imaginas, créeme. Y sé que no está lejos porque está herido.

—¿Qué?

—Encontré esto —sacó un pedazo de tela ensangrentado de su bolsillo—. Es la misma tela que su camisa. La encontré a solo dos cuadras de la guarida. Es mucha sangre, demasiada como para dejarlo pasar y seguir corriendo. Si es tan inteligente como dices, estará cerca cubriéndose la herida.

—Sigues sin explicarme por qué estoy aquí.

—Ya llegaba a eso. —Se detuvo bajo una farola que comenzaba a alumbrar la noche que comenzaba a caer—. Sé que se esconderá si yo lo busco, pero si te ve a ti, llamará a gritos tu nombre.

Me soltó el brazo. Con la otra mano toqué la zona recién liberada; dolía como mil demonios. Seguro mi piel estaría pálida por la falta de circulación de sangre. Lo agité un par de veces para acelerar el proceso. Cuando terminé, miré a Zayn. Sus ojos estaban posados sobre los míos y me miraban con curiosidad. Sentí un escalofrío; era como si pudiera leer cada uno de mis pensamientos. Luego de un par de segundos de puro silencio, apuntó hacia la oscuridad.

—Búscalo y tráemelo —me ordenó—. Estaré aquí hasta que lo traigas.

—¿Cómo sabes que no escaparé? —le pregunté en voz baja. En los últimos minutos que había estado con él, se había ganado mi respeto por medio del miedo.

—Ten por seguro que se que no lo harás. Pero solo para darte un incentivo, recuerda que todavía tengo a Louis y Harry bajo mi poder. No dejarías que se lastimen.

Asentí, dando un pequeño paso hacia atrás. Zayn sonrió y volvió a señalar la oscuridad con un gesto de cabeza.

—Estaré esperando tu regreso.

No sé cómo fue ni como lo hizo, solo que en cuanto parpadeé, la luz de la farola se había apagado.

—No tardes —escuché que susurraba. La luz volvió a encenderse y Zayn ya había desaparecido, dejándome solo en medio la noche.

«Todo está bien, Liam, todo está bien», me dije por los adentros, tomando una gran respiración. Eso había sido un acto del que se me era difícil pensar con lógica, pero en este punto de mi vida había descubierto que a veces hasta lo más extraño para algunos podía ser lo más común para otros. Y seguro Zayn era alguien con muchas cosas extrañas...

Ladies of the Darkness » little directionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora