☾ capítulo veintiocho ☽

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Mi vista quedó clavada en la pared, mirando cada una de las pequeñas grietas que allí se encontraban. Las imágenes de Harry comenzaron a aparecer frente a mí, aquellas en las cuales estábamos abrazados, riéndonos de uno de sus tontos chistes, saliendo juntos a un bar para conseguir una chica; cuando resolvimos nuestro último caso y salimos juntos a tomar algo.

«No, no, no», repetía mi mente, negándose a la idea de perder a uno de mis mejores amigos.

—¿Zayn? ¿Zayn estás ahí? —preguntó Perrie aún por el auricular—. ¿Zayn?

—¿Co-como? —le pregunté con un nudo en la garganta, sosteniéndome de la pared; estaba sufriendo un repentino mareo. Jade se acercó corriendo a mí y acarició mi brazo, gesticulando con los labios un "¿Qué ocurre?".

—Zayn, ¿qué escuchaste? —Sonaba confundida, hablando con su voz normal—. Te dije que él está bien, que llegamos a tiempo.

Solté todo el aire que estaba reteniendo y descendí lentamente hacia el suelo, sintiendo como mi pulso se tranquilizaba.  

—Gracias por la información, linda, te llamo luego —le dije, cortando luego la llamada. Lancé el teléfono hacia un lado y enterré mi cara entre mis manos, restregándola.

La presencia de Jade junto a mi aún permanecía. Sentía como me miraba con confusión e intriga, esperando la respuesta. Saqué la cara y la miré. Como suponía, estaba mirándome. Puse mis brazos sobre las rodillas.

—Harry está bien —le dije, asintiendo con la cabeza un par de veces—. Llegaron al hospital al tiempo.

Jade suspiró de alivio y se recostó contra la pared, imitándome. Cerró los ojos.

—Gracias a Dios —murmuró. Asentí, sabiendo que no podía mirarme—. Igual esto tendrá consecuencias, ¿verdad?

—Te lo aseguro, Jade. Te lo aseguro.

Luego de que ella asintiera, le ordené que se retirara, que hablaríamos más tarde sobre lo ocurrido. Se levantó y caminó hacia la puerta, saliendo de la habitación. Cerré los ojos por un par de segundos y miré hacia la ventana, observando por tercera vez el cielo nocturno buscando respuestas.

¿Lo había imaginado todo? ¿La muerte de Harry había sido solo un producto de mi cabeza para enloquecerme? Y si era así, ¿qué significaba? ¿Que en realidad él podría morir? Mi cerebro quería decirme algo y parecía buscar la forma correcta de hacerlo, pero en cuanto llegaba a la respuesta, desaparecía antes de poder descifrarla.

«Maldito cerebro», pensé, levantándome del suelo y volviendo a tomar mi teléfono. Tomé mi abrigo y salí de la habitación para buscar a Jade. Luego de decirle que estaba a cargo, salí de la guarida y subí a mí la motocicleta rumbo al hospital.

Los constantes bips de la maquina estaban hartándome y quería lanzarla por la ventana para hacerlos desaparecer, pero me ponía tranquilo saber que Harry mantenía el pulso debajo de ese centenar de máquinas.

Las chicas estaban dormidas incómodamente en las sillas del hospital en posiciones extrañas, apretándose la una con la otra para conseguir más espacio. Mi brazo estaba sobre los hombros de Perrie, la cual dormía sobre mi pecho como almohada. Mi cabeza estaba sobre la suya, acariciando su cabello purpura con mi pera delicadamente.

Llevábamos un par de horas dentro de la habitación de Harry a la hora de que despertara. Había estado en cirugía hace tres horas y el doctor dijo que pronto despertaría ya que la anestesia perdería rápido su efecto. Pero para que no despertara durante dos horas, no era una anestesia cualquiera.

Ladies of the Darkness » little directionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora