☾ capítulo treinta ☽

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Liam

Los labios de Jesy se encontraban sobre los míos, moviéndose de una manera lenta y seductora. Su carnoso labio inferior estaba atrapado entre mis dientes, impidiéndole alejarse de los mios que deseaban quedarse para siempre. Sus manos estaban en mi nuca y las mías sobre su cabeza, acariciando cada hebra del castaño cabello. Cada tanto, nos separábamos para recuperar el aire, pero no tardábamos en volver a la rutina anterior.

Jesy llevaba horas fuera de la habitación y había empezado a enloquecer. Pasé toda la tarde imaginando que nos habían descubierto y que ella estaba pagando el precio de la tradición. Pero cuando entró por la puerta sana y salva, usando ese traje negro y delicado que dejaba a la vista parte de su perfecta piel, había vuelto a respirar con normalidad.

Sentí el oxigeno agotarse en mis pulmones y me obligué a separarme. Las pupilas de Jesy estaban dilatadas y me observaban con detenimiento. Le corrí un mechón de cabello que caía sobre su frente.

—¿Por qué tardaste tanto? —le pregunté. Esa preguntaba estaba taladrándome la cabeza desde hace un rato y pronto me daría una jaqueca. Ella se revolvió incomoda sobre mis piernas.

—Tuvimos que salir, no fue nada, ya no importa —respondió, negando con la cabeza para quitarle importancia. Se acercó a mí para volver a besarme y no me aparté, pero luego corté el beso—. ¿Qué ocurre?

—No me estas contando todo —le dije, mirándola directamente a los ojos verdes. Apartó la mirada—. Jesy —subí el tono, cambiándolo a uno de advertencia.

—Liam, no ocurre nada, te juro que está todo bien. Ya déjalo.

Abrí la boca para protestar, pero se escucharon unos golpes seguido de la puerta abriéndose. Giré la cabeza rápidamente.

—Vaya, con que a esto le llaman trabajo —dijo Harry, alzando ambas cejas cuando vio  la posición en la que nos encontrábamos. Retiré mis manos rápidamente, sintiendo como las palmas me comenzaban a sudar—. ¿Así te diviertes con el... juguete?

 —Ya déjalo, Harry. ¿Qué quieres? —preguntó furiosa Jesy, comenzando a acariciar mi cabello con suavidad sin despegar la mirada de Harry.

—Zayn quiere verte en la oficina. Debemos hablar sobre el futuro ahora que Leigh se fue —explicó. Nos dio una mirada rápida a los dos y tomó el picaporte—. Nos vemos.

Cerró la puerta con un suave golpe, dejándonos solos otra vez. Me quedé observando la puerta detenidamente.

—¿Que fue eso? —balbuceé, girando la cabeza para mirar a Jesy. Volvió a revolverse incomoda en mis piernas—. Explícamelo todo ahora.

Harry había entrado con normalidad a la habitación, nos había visto y no había enloquecido, ni siquiera había preguntado sobre la escena. Habló con naturalidad con Jesy; como si fuera parte de la sociedad y luego se retiró sin comenzar un escándalo.

—Liam, no quiero hablar de eso ahora —confesó, levantándose y retirando sus brazos de mi espalda. Comenzó a caminar hacia la puerta, pero la tomé del brazo a tiempo—. Por favor, debo irme.

—Me explicas porque mi mejor amigo y compañero parece haber tenido un cambio de memoria —exigí, subiendo el tono.

Jesy pasó la lengua por sus labios resecos y asintió luego de un par de segundos. Solté lentamente su mano; no confiaba en que escaparía.

—Ayer hubo un accidente —comenzó—. Jade estaba a cargo de Harry y las cosas salieron mal de alguna manera. Ella clavó un cuchillo en su estómago.

Me sostuve de la pared para no caer. «Harry... ¿acuchillado?», pensé, sintiendo el vomito subir por mi garganta. Jesy intentó ayudarme, pero la aparté con rapidez.

—¿Qué?

—Él perdió mucha sangre y se desmayó —prosiguió, jugando nerviosa con sus manos—. Apenas pudimos llegar al hospital a tiempo. Mientras estaba en operación llegó Zayn y todas nos quedamos dormidas por el cansancio y la ansiedad. Solo sé que al despertar, Harry ya no era un policía como ustedes; era uno de nosotros —finalizó, bajando la mirada para evitar mirarme.

«¿Zayn alteró su memoria?», me pregunté. Era la única respuesta lógica a la situación. Pero igualmente, de todas formas, seguía en un alto estado de confusión, por lo que mi cabeza estaba llena de preguntas. «¿Nos recordara? ¿Sabe algo de nosotros? ¿Recuperaría algún día su memoria?».

—Tengo que verlo —me afirmé, despegándome de la pared para volver a mi posición normal. Jesy negó con la cabeza rápidamente.

—No, los otros no saben lo que ocurrió —explicó—. Es un secreto.

—Pero de alguna forma nos íbamos a enterar —ataqué. Fruncí el ceño—. ¿O planeaban dejarnos con la duda?

Jesy no contestó. Tomé una gran respiración, la miré a los ojos verdes y salí corriendo del cuarto.

—¡Liam! —gritó, empezando a perseguirme.

Aumenté la velocidad para evitar que me alcanzara. Doblé a la derecha en el pasillo y seguidamente a la izquierda, siguiendo luego hacia delante sin detenerme, bajando por las escaleras. Este edificio era un laberinto de pasadizos y escalones que desconocía por completo; no comprendí como había llegado a la oficina principal.

—¿Que hace aquí? —preguntó Perrie a los otros, mirándome con detenimiento.

Zayn estaba detrás del escritorio, sentado y con ambas manos en entrelazadas. Jade y Perrie se hallaban a sus lados, apoyadas contra la mesa de madera. Y por último, Harry estaba sentado en el sillón rojo de terciopelo. Ahora que podía verlo con más claridad, su piel aún estaba pálida por la pérdida de sangre y unas enormes ojeras colgaban desde debajo de sus ojos.

Jesy llegó unos segundos después, tomando con fuerza del brazo y obligándome a dar un paso hacia atrás. Ambos teníamos la respiración entrecortada y las raíces del cabello sudadas por la carrera.

—¿Te ayudo? —le preguntó Harry a Jesy, parándose. Ella negó.

—Disculpen, se escapó cuando no miré. No sé cómo llegó hasta aquí —dijo ella, mirando precisamente a Zayn y sosteniendo con más fuerza mi brazo.

—Así es como ocurrió con Niall, Jesy —dijo él, cruzándose de brazos. «¿Niall qué?»—. Tienes suerte de que lo necesitara.

Miré a Jesy, pero en su cara vi la misma confusión que yo. Apretó más mi brazo en señal de protección.

—¿Para qué lo necesitan? —preguntó.

Zayn corrió la silla y se levantó del asiento. Rodeó la mesa y se acercó a nosotros, tomando mi brazo libre y obligándola a soltar el otro.

—Uno de tus amiguitos escapó —resumió—. Y tú me ayudaras a encontrarlo.

Ladies of the Darkness » little directionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora