Capítulo 15

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Narra Damián.

—Hermano, sabes que no era necesario ir por mí.

—Yo creo que sí Damián, tenemos mucho de que hablar en la cena.

—Sabes que nunca hemos sido una familia unida.

—¿En qué momento dejaste de interesarte por caerle bien a papá? Antes solías rogar por su atención.

—Papá es un hombre muy ocupado e importante. Hay muchas maneras de atraer su atención por otros medios, sabes que en nuestra familia cada quién tiene su propia forma de ver la vida.

—Aún así, seguimos siendo una familia, aunque el pensar diferente nos haga ver cómo completos extraños.

—Compartes la misma visión de papá.

—En efecto. En cambio tú no te pareces a ninguno de nosotros, vivir en los dormitorios te ha hecho muy blando.

—Tengo ideologías diferentes únicamente, eso no me hace ser blando. El mundo no nos pertenece Demetrius, ni gira en rededor de nosotros. Hay miles de personas haciendo sus vidas en este país y si no te has puesto ni un minuto en el lugar de ellos me das lástima.

—Todos son interesados, no hay nadie que no se acerque a nosotros sin tener ambición de poder.

—Tanto tiempo tras un escritorio y varios papeles, te ha hecho olvidarte de que hay muchas personas leales.

—Cifras Damián, la balanza se inclina más a quienes ambicionan, que a quienes se conforman. ¿Qué ambiciona tú novia?

—¿Crees que alguien como ella estaría conmigo solo por mí posición social?

—No lo creo Damián, podría asegurarlo. Ella se acercó por tí por algo, lo más probable es que sea nuestro dinero y posición social.

—Discúlpate Demetrius, estás ofendiendo a la mejor persona que he conocido.

—El amor te hace ver todo color rosa. ¿Nunca dudaste de ella no? Eres incapaz de ver las cosas desde mi punto de vista.

—Por supuesto que dudé, llevaba más de diez años rechazando cualquier intento de acercamiento de parte de ella. Aún así no dejaba de insistir, si eso no es amor. ¿Qué es?

—¿Más de diez años? Por lo visto has sido su blanco desde hace mucho, la pregunta aquí es ¿Por qué?

—Ya te lo dije, por amor.

—No estoy convencido de eso y te lo probaré tarde o temprano.

—Mira hermano, solo te lo diré una vez —advierto en un suspiro, tratando de no perder la paciencia—. No te acerques a Anya, sino lo vas a pagar caro —sentencio, saliendo de la limusina al ver que ya estamos frente a la mansión.

[...]
Anya.

—Sabes Bond —bajo la vista, acariciando su cabeza—. Antes soñaba con ser una espía y, ahora que puedo serlo, me doy cuenta que tiene muchas desventajas.

—¡Guau!

—Lo sé, traería muchas cosas buenas también, como la paz mundial.

—¡Guau!

—Tienes razón, no me tengo que rendir. Puedo ayudar a segundo, quizás me perdone por mentirle. Además me gustaría que papá y mamá se acercaran más, si es así está familia no desaparecerá. ¿Cierto?

—¡Guau!

—Exacto, si ellos se enamoran y segundo gana, todos ganamos. Eres un genio. —Bond me ve dudoso, mientras yo río, dándole un beso sobre el pelaje de su frente.

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