Narra Damián.
«Le prometí que mañana la acompañaría...»
Pensé en eso al llegar a mi habitación, ¿No era una cita o sí? Solo le mostraré el lugar. Sin embargo es posible que ella lo tome así después de todo ha estado insistiendo en acercarse a mí desde que era una niña, es realmente molesta. Aúnque es una molestia que no puedo sacar de mi mente, aah.
Me acerqué a uno de los cajones y saqué el pañuelo que ella me había dado, aún puedo ver la letra A perfectamente tejida en el. Me salvó en esa ocasión de obtener un tonitrus aúnque se lo dieron a ella. ¿Es tonta de verdad o lo es a propósito? Sus intentos de acercarse nunca le han resultado por una u otra razón. ¿Qué pasará si me acerco yo? No, no, ¿Por qué me acercaría? Lo va mal interpretar.
Me senté en la cama observando el pañuelo, en ese momento me percaté de que la puerta de mi habitación se empezó a abrir. Mi madre Melinda entró observando a los alrededores pero especialmente al pañuelo que sostenía en mi mano.
—Es bonito —dijo fijando la mirada en él.
—Gracias —susurré apartando la mirada, ella se sentó a mi lado en la cama.
—¿Es el pañuelo de una chica? —preguntó sin quitar la vista del pañuelo—. Tiene incluso una letra A —agregó, es cierto mi madre siempre ha sido muy persuasiva.
—Sí, me lo regaló una chica —contesté devolviendo la mirada a sus ojos.
—¿Sabías que en la antigüedad regalar un pañuelo se tomaba cómo una promesa?
—¿Qué? —exclamé incrédulo.
—Era en los tiempos de guerra. Las mujeres les daban un pañuelo a los hombres que iban a la batalla, novios o esposos. Era cómo una promesa de que esa persona regresaría. ¿Tienes una promesa pendiente con alguien?
—No mamá, este pañuelo no tiene importancia para mí —Mentí desviando la mirada.
—Muy bien hijo. Sólo venía a avisarte que tú padre no vendrá hoy a casa para la reunión de mañana, irá directamente a Edén.
—Gracias por avisarme madre —Asintió con la mirada y caminó hasta la puerta—. No te desveles mucho hijo —agregó.
[...]
Al otro día.Las clases empezaron desde muy temprano, me causa gracia observar a Anya. Se queda dormida por momentos en algunas clases mientras Becky la despierta de forma discimulada.
Una tras otra las clases siguieron hasta que llegó la hora del almuerzo, permanecí comiendo tranquilamente en mi mesa pero cuando Anya pasó por mi lado me dió una diminuta sonrisa. Sentí mis mejillas arder de sonrojadas y luego aparté rápido la mirada centrándome en comer, es verdad hoy la acompañaré.
Al finalizar las clases todos los académicos se retiraron, únicamente quedamos Anya y yo. Ella quiso acercarse pero fuí más rápido al caminar por los pasillos alejandome de ella.
Al llegar al lugar de la reunión pasé por varios puestos de revisión para evitar cualquier tipo de dispositivo que pudiera grabar dentro, aún no entiendo porqué hacen esto. Si comprendo que se habían muchos temas de política y muchos secretos e información que puede ser vendida pero no hay porqué desconfiar de nosotros.
—Ya has llegado Damián —pronunció mi padre.
—Sí, tuve que pasar antes por algunos puestos de control y eso me retrasó —le respondí.
—Aún no han llegado la totalidad de padres y estudiantes.
—Es verdad, hablando de eso... »¿Cómo le digo que le prometí mostrarle este lugar a una compañera que hoy se une a los estudiantes imperiales?«
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La decisión
Fanfic🏅22/01/2023: ganador de tercer lugar en la categoría fanfic del concursoparaescritor 2022-2023🏅 🏅24/01/2023🏅 etiqueta #1 Anya ¿Que pasa cuándo tienes muchos secretos que ocultar conociendo la identidad verdadera de tus padres adoptivos y tienes...