Capítulo X

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Ver el cielo nublado no era una novedad en Caledonia, ni mucho menos en las tierras altas de Escocia

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Ver el cielo nublado no era una novedad en Caledonia, ni mucho menos en las tierras altas de Escocia. Tampoco lo era la lluvia, la cual predominaba sobre todo en las estaciones más frías. Es por ello por lo que a Noah no le sorprendió en absoluto sentir las pequeñas gotas heladas caer en su rostro, ni ver como el sol atípico de esa mañana se perdió entre las nubes en tan solo unos segundos.

—Eso no fue justo —masculló el chiquillo que Noah acababa de derribar con tan solo unos pocos movimientos.

—En la guerra nada es justo —le replicó con la típica sonrisa picara que lo acompañaba desde su infancia. Le tendió una mano al chico que no pasaba de dieciocho años, pero este se negó a tomarla.

—Dudo que hayas ido a muchas guerras —dijo al incorporarse y tomar de nuevo posición defensiva; Noah contuvo una carcajada al verlo, definitivamente el niño tenía coraje.

—A ninguna, pero ¿no entrenamos para ello? —los comentarios malintencionados y actitudes groseras de un adolescente, más que molestarle, le entretenían, sobre todo porque le recordaban a él cuando tenía la misma edad.

Era el tercer asalto que llevaba peleando con el chico, quien al igual que él era un indomable elfo de fuego que, a su corta edad, no entendía ni conocía lo que significaba el respeto a sus superiores. Al principio, le rogó que lo entrenara porque afirmaba que era un fanático de suyo, sin embargo, cuando Noah le dio una paliza sin siquiera darle tiempo de que la procesara, el entrenamiento paso a ser algo personal.

—Y, ¿en que año nos enseñan a jugar sucio? —ambos caminaban en un círculo, acechándose uno al otro; el chico con una perfecta posición defensiva y Noah..., con las manos entrelazadas en la espalda y ese aire de superioridad que no lo abandonaba.

—Depende, a los vanidosos como tú suelen dejárselo para el final —el chico atacó con las manos encendidas en un rojo intenso, sin embargo, eso era lo que Noah estaba esperando que ocurriera.

Desde que ese novato de primer año se acercó a él, supo que sus intenciones no tenían nada que ver con el aprendizaje o porque soñara algún día ser como él. Los elfos de fuego eran por naturaleza rebeldes, impetuosos y, sobre todo, vanidosos; la humildad era algo que Noah había aprendido a los golpes —aunque, la mayoría del tiempo no lo pareciera—, al igual que la mayoría de los elfos de su clase. Estaba más que claro que solo quería enfrentársele para obtener reconocimiento cuando lo venciera, un grave error, nadie más que Camille y Ajax habían sido capaces de hacerlo.

Noah se mantuvo quieto, con la sonrisa en el rostro y la calma en su cuerpo esperó a que el novato estuviera lo suficientemente cerca como para moverse unos centímetros, solo un poco para esquivarlo; luego con un movimiento rápido, lo golpeó por la nuca haciéndolo caer de bruces. Con la misma tranquilidad que al principio, colocó su rodilla sobre su espalda y tomó uno de sus brazos para someterlo contra el suelo.

—¿Seguro que estoy jugando sucio? —el chiquillo gruñó, intentando zafarse—. Eso no fue una respuesta —jaló más el brazo y el chico gritó de dolor.

Al borde del abismo | Trilogía: La torre más alta [Borrador] | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora