Huérfano y sin nadie con quien conectar, Nathanael solo cuenta con la compañía de su vieja camioneta y la voz de su conciencia.
Resignado a vivir en soledad, descubre que su verdadera naturaleza le tiene preparados otros planes. Nate se embarcará en...
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—Después de un día tan movido, necesitas recuperar calorías. No dudes en avisarme si quieres algo más —frente a Nate, reposaba su cena sobre el escritorio de Byers, a sus espaldas estaba Ajax, que por más silencioso que estuviera era inevitable no sentir su presencia. Aghata tomaba un té, con sus ojos clavados en la taza—. Lamento todo esto Nate, no debió ocurrir así —añadió.
—Yo soy el que debe disculparse, no debí perder el control.
—También es mi culpa, verás..., Ajax me advirtió que no estabas listo para hablar con el mestizo, me dijo que teníamos que ir más lento y no lo quise escuchar. En cuanto al juicio..., si dependiera de mí no hubiese habido ninguno, pero como directora, tengo que rendirle cuentas al consejo. Si Camille no hubiera intervenido iba a buscar la manera de sacarte de este aprieto, no era de nuestro interés que se supiera quien es tu padre, al menos no aún, pero creo que Camille consiguió más de lo que yo pude haber conseguido —Nate se encogió de hombros, incapaz de tener alguna respuesta a esa declaración. Para él, el único culpable de todo no era más nadie que él mismo y debía obtener un castigo más fuerte del que le habían otorgado.
—Me imagino que tienes preguntas sobre tu padre o, ¿ya te han instruido en historia ese tema? —Nate jugueteó con la comida frente a él, por más hambriento que estuviera, algo no le permitía ingerir ningún alimento.
—Aun voy por la parte donde se crearon los primeros monasterios, así que creo que falta bastante hasta llegar a mi padre —la directora asintió, tomó otro sorbo de su té con una mueca, acomodándose en su gran silla de cuero, le dirigió una mirada intensa a Ajax que duró un poco más de unos segundos—, pero al juzgar por el golem y los mestizos, supongo que solo su nombre significa problemas.
—Miqueas... —susurró Aghata, después de una larga pausa—. Tu padre fue un excelente hombre —comenzó a menear su té con la cucharilla, sin verle a los ojos—. Hasta que fue consumido por el caos... —sus labios se volvieron una línea tensa, mientras que inhalaba profundo.
Nate terminó de jugar con la comida por completo, para concentrar toda su atención en sus palabras, Ajax se acercó a él y coloco una mano sobre su hombro.
—Desde que llegaste, habíamos tenido la sospecha de quien era tu padre, tu parecido con Noah Firestorm es indiscutible y Ajax... —sus miradas se cruzaron por un momento, el aludido arrugaba el ceño un poco más, con cada segundo que pasaba, entre ellos se disputaba una conversación inaudible.
—Ajax, ¿qué? —Nate exigió que continuara, mientras intercambiaba miradas entre ambos.
—Miqueas fue el hermano que nunca tuve, nos criamos juntos, estudiamos juntos y antes de que nos uniéramos con nuestras parejas, incluso vivimos juntos —susurró Ajax—. Cuando llegaste, algo me dijo que te conocía, sin embargo, pasaron semanas hasta que me diera cuenta de que eras su hijo. No solo eres igual a él por tu apariencia, sino también por la marca de tu caos —Nate se había incorporado sin darse cuenta mientras Ajax hablaba.