Capítulo XXXVI

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—­¿Qué pasó con Miqueas?, no me hagas preguntar de nuevo —­Ajax no esperó tomar asiento para comenzar el interrogatorio, esa era la tercera vez que repetía la misma pregunta, desde que descendieron de la terraza

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—­¿Qué pasó con Miqueas?, no me hagas preguntar de nuevo —­Ajax no esperó tomar asiento para comenzar el interrogatorio, esa era la tercera vez que repetía la misma pregunta, desde que descendieron de la terraza.

«Es un dolor en el culo» pensó la Voz, en su cabeza, Nathanael traía una maraña de confusión donde casi no podía diferenciar cuales eran o no, sus verdaderos pensamientos. Una sonrisa discreta apareció en su rostro ante el comentario de su compañero de tan solo imaginarse lo que Ajax diría de escucharlo.

—­Maldita sea, niño di algo —Nate ­le daba la espalda, incapaz de despegar su vista del campo de batalla, no podía creer que hace unos minutos estuvo allí... Solo hace unos momentos esas bestias le temieron, lo siguieron e incluso, algunos se postraron ante él y no solo bestias, sino también elfos por igual.

Entrecruzó las manos en su espalda, estrujando con fuerza sus dedos; sus palmas picaban por volver a sostener la espada. Miró de soslayo su pecho cubierto de sangre seca, cualquiera quisiera darse una ducha para quitarse el pegoste, el olor y la tierra del campo..., cualquiera menos él.

Una tempestad de sentimientos se enfrentaba en su interior, debatiéndose entre lo que estaba bien y lo que no. Por un lado, estaba aterrado por todo lo que era capaz de hacer y todo lo que la Voz, lo obligó a hacer. Ver su vida desarrollarse como una película vieja a través de sus ojos, había sido algo traumático y confuso. ¿Qué era la Voz en realidad?

Toda su vida había estado acompañado por ella. En sus momentos difíciles, la Voz le daba ánimo, en los estresantes, le daba consejos; la mayoría del tiempo había actuado como ese pequeño pensamiento interior que susurraba ideas o lo acompañaba en su soledad. ¿Era de verdad un alter ego?, ¿otra personalidad? O..., en realidad..., ¿era el mismo?, ese verdadero ser que mantenía encerrado bajo llave por miedo a lo que podría ser capaz.

¿Había algo de bondad en su otro ser?, ¿se arrepentía por todo lo que hizo? Nate no podía saberlo, ya que él mismo aún tenia dudas de su posición al respecto. Había disfrutado cada gota de aquella embriagadora droga, el calor de la sangre fresca y los gritos de sus enemigos..., pero el arrepentimiento nublaba su mente..., ¿le ocurría igual a su compañero?

Apretó con fuerza sus manos entrelazadas, intentando concentrarse en el dolor en sus muñecas para no dejarse atraer de nuevo por la oscuridad que lo llamaba, ya que, en esta ocasión, la Voz permanecía en silencio y era su propio ser el que pedía a gritos más de esa droga.

Pensó en Camille, en la forma en que sus ojos vidriosos lo penetraban hasta el alma. No tenía valor para verle el rostro, no se sentía adecuado para ella. Estaba roto, poseído por la fuerza de algo más primitivo que sus sentimientos por su supuesta pareja, la vergüenza lo carcomía por dentro, ella no se merecía nada de lo que había hecho.

—Casi lo maté —­susurró finalmente antes de que Ajax perdiera el uso de la razón—.­ Una alquimista lo rescató y pudo contenerme —­inhaló profundo, recordando a la misteriosa chica encapuchada, quien después de Miqueas, era su segundo objetivo.

Al borde del abismo | Trilogía: La torre más alta [Borrador] | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora