La película terminó dos horas después, dos largas y horribles horas después, no sé cómo he salido viva de ese lugar, en realidad, ni me he enterado de qué va la estúpida película porque me la he pasado apartando la cara con lo primero que encontraba, que desgraciadamente solía ser Nick. Os podéis imaginar lo rápido que me arrepentí de haber escogido ese asiento. Lo bueno es que fui la primera en salir de la sala y nadie se percató de lo mal que lo había pasado durante la peli, salvo Nick, claro, que estaba a mi lado y prácticamente no me separaba de él. Creo que si no hubiera sido porque me estaba debatiendo interiormente entre salir corriendo o no moverme de mi sitio por si la nota de la motosierra le daba por salir de la pantalla y descuartizarme como a la pobre mujer de la peli, me habría avergonzado por no haberme separado de él, es más, no sé cómo no ha refunfuñando en algún momento por haber apretado su brazo con una fuerza un poco mayor de la necesaria.
En el transcurso de la película he salido una vez al baño, a pesar de que una pequeña parte de mi cabeza me decía que si me iba, alguien me seguiría y yo moriría desangrada en el baño, alejé ese pensamiento para refrescarme la cara y eso. Nick se dió cuenta y yo me excusé diciendo que tenía la menstruación, ¿era verdad?, no, pero esa técnica nunca falla.
Al salir fuimos a cenar a un restaurante cercano, puesto que ya se había hecho de noche.
El restaurante estaba a unos minutos andando. Fue raro que cada vez que nos acercábamos más, el olor a playa se hacía más presente y llegaba con más fuerza a mí, ¿estábamos cerca del mar? Dios, adoro el mar, bueno, el mar en sí no, sino el atardecer en la playa. Adoro las vistas que se obtienen sentada en la arena viendo cómo el sol cae lentamente y es ocultado por un gran manto azul; es un momento relajante. Cuando vivía en Oregón, solía ir a la playa cuando las cosas no iban bien o sentía agobio, me quedaba allí un rato, ponía música en mis earpods y eso siempre me ayudaba a despejar la mente y ver las cosas con otras perspectivas. Esos recuerdos calmaron un poco el enfado y el peso que sentía en el pecho por culpa de la estúpida película. La verdad es que me he enfadado un poco con Cris por no haberme avisado sobre la peli, con Scott por haberse sentado justo en la otra punta de nuestra fila, y conmigo misma por haber sido tan estúpida como para quedarme allí solo por no dar mi brazo a torcer.
-¿Qué te ha parecido la peli?- dijo Cris muy emocionada.
-A mí me ha fascinado la parte en la que sale el hombre de debajo de la cama y sobresalta a la chica y el perro sale corriendo.- responde Scott- Aunque ha sido un poco desagradable ver cómo la destripaba.
Con ese comentario no pude evitar hacer una mueca de asco, yo sólo había visto como empezaba a rajar a la chica, después solo vi el móvil, intentando llevar mi atención a cualquier otra cosa que no fuera esa gran pantalla.
-Kami, ¿y tú qué?- me preguntó directamente Cris.
-¿Quieres que sea sincera?- ella asintió- Odio las pelis de terror, y no, no me ha gustado, lo siento.
-¿De verdad no te ha gustado?- dijo Nick con una sonrisa socarrona surcando su rostro.
¿Sería de mal gusto partirle la cara a ese imbécil?¿Cris me odiaría mucho por estropear la reunión?
"¿No llevas aquí ni un mes y ya quieres hacer enemigos?"
Cierto. Además no creo que sea muy buena idea pelearme con una persona que te saca una cabeza y el doble de fuerza.
"Podríamos matarlo sin esfuerzo no te infravalores".
Gracias. ¿Debería preocuparme el hecho de que mi propia conciencia me diga que puedo matar a alguien o soy la única a la que le ha sonado raro? Bueno, da igual.
-Pues no ¿No te lo esperabas?- pregunté siguiendo su juego.
-Pues no, no te imaginaba tan asustadiza o miedica.- soltó.
-¿A sí?- pregunté con una sensación de curiosidad y sorpresa- ¿y cómo me imaginabas?
Tras la pregunta—hecha a conciencia, solo por diversión y joder un poco—vi como la sonrisa de Nick se ampliaba con un toque travieso, como si acabara de hacer la pregunta mágica. Su mirada clavada en mí, generando una sensación extraña que no pude identificar, y una sonrisa ladina traviesa que sería capaz de despistar a cualquiera, incluso a mí, pero eso nunca lo diría en voz alta y mucho menos a Nick, lo que le faltaba era subirle el ego.
Tras dudar un momento, y bajo la atenta mirada del resto de los presentes, Nick empezó a hablar:
-No sé, te imaginaba con más mala leche y definitivamente menos miedica.
-Para empezar, puede que sí tenga mucha mala leche, no me conoces de absolutamente nada. Pero en eso te doy la razón, puedo ser muy jodida si quiero.- hice una pausa- Y no sé por qué te sorprende que me asusten o no me gusten las pelis de miedo, ya que como su nombre indica, deben dar miedo.
-Ahí, tiene razón, las películas de miedo están hechas para dar miedo.- intervino Jared, remarcando la obviedad de mis últimas palabras.
-Sólo digo que es curioso que seas capaz de seguir como si nada con tu vida tras que un coche te arrolle y no mostrarte insegura, y sin embargo te cagues por una simple peli de miedo.- dice Nick volviendo a caminar junto a Ethan y Cris como si nada, restándole importancia a sus palabras.
Tras la pequeña conversación entramos en el restaurante, al parecer italiano.
"Genial".
Sí, adoro la comida italiana, mi padre solía llevarme todos los años al restaurante italiano de su gran amigo Jean, eran amigos desde la universidad y desde entonces, inseparables. Jean fue un gran apoyo para mí cuando mi padre murió, no fue una buena época y él siempre estuvo ahí por y para mí, sin importar lo mucho que me equivocaba o jodía. Además, he ido alguna vez a Italia, es un sitio precioso, con mucha historia y majestuosa arquitectura.
El restaurante tenía el típico estilo italiano, pero más moderno. La puerta era de madera oscura, con varias plantas de decoración, con dalias y jazmín. Cuando entras verdaderamente parece que estás en Italia, las mesas cuadradas, con mantel a cuadros de estilo minimalista, de madera y sillas de madera recubiertas de una tela de terciopelo verde que da un toque moderno a la estancia amplia, cristales adornando, lámparas sencillas que cuelgan,...
La pared trasera es entera de ladrillo. En medio de la sala hay una columna con una chimenea eléctrica que proporciona calor y la hace mucho más acogedora. La barra, situada al fondo, está recubierta de ladrillo de varias tonalidades diferentes. Tras la barra hay una gran bodega con montones de botellas de vino, a cada cual más cara. Decidimos sentarnos en una mesa cercana a una ventana. Se habían currado mucho la decoración del sitio para que fuera una mezcla de típico restaurante italiano y algo más moderno con un toque chic. Pedimos y cenamos tranquilamente, cada uno pidió un plantó diferente. Cris y Ethan pidieron una pizza napolitana para compartir, Jared pidió una lasaña a la boloñesa, Nick en cambio, pidió espaguetis a la carbonara y yo pedí una ensalada caprese, una ensalada simple pero estupenda, de tomate, mozzarela y albahaca aliñada con aceite de oliva. De postre todos pedimos panna cotta, tras mi recomendación al contarle que solía comer italiano en casi todas las festividades.
Nick y yo no volvimos a cruzar palabra alguna durante la cena, pero no pude evitar echarle alguna ojeada. Una vez lo pillé observándome sin escrúpulo alguno y al contrario de lo esperado, cuando me di cuenta, no apartó la vista de mis ojos, me sostuvo la mirada, y es obvio que yo también a él. A cabezota no me gana nadie. Tras unos instantes, fui yo quien rompió el contacto visual porque Cris me empezó a hablar sobre comida italiana y quién era ese amigo que según yo cocina tan bien. Pagamos la cuenta y volvimos al campus. Ya en el campus me despedí de los chicos. Ethan me dio un abrazo; Jared dos besos, una en cada mejilla y me deseó buenas noches; Cris, obvio, no se fue hasta que me dio un gran abrazo y me amenazó por si no me ponía la crema, como si fuera una niña pequeña. Nick ni se bajó para despedirse. Al perecer el cochazo en el que habían ido era suyo.
¿Por qué no me sorprende?
Scott se ofreció a llevarme a la residencia y yo acepté encantada. Ya en la seguridad que proporciona mi pequeña pero acogedora habitación me tiré en mi acolchada cama, escuchando el crujir de los antiguos, y quién sabe si oxidados, muelles. Nada más reconfortante que tirarte en la cama tras un largo y tedioso día ¿verdad?
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Una curiosa filosofía de vida.
RomanceKami Brown es una chica que después de haber pasado una adolescencia complicada se decide a seguir su sueño de la infancia y, para ello, viaja desde Oregón hasta California para instruirse en la carrera que desea estudiar desde que era niña, en una...