En el aeropuerto, mi hermano Luka, mi padrastro Jhon, y Jean me esperan con los brazos abiertos y una pancarta donde pone bienvenida. Los veo desde lo alto de las escaleras mecánicas, pero ellos no se percatan de mi presencia por el tumulto de gente con maletas gigantes andando de un lado a otro. Veo cómo miran de un lado hacia otro en busca de una cara familiar, la mía, para ser exactos. Cunado llego al final de las escaleras mecánicas, mi hermano sale corriendo a mí encuentro y me eleva sobre sus brazos como cuando tenías 7 años, y yo no puedo dejar de reír.
-¿Cómo está mi pequeña?- me pregunta mi hermano mientras me permite poner los pies sobre la tierra, aún con sus brazos rodeándome en un abrazo fraternal.
Echaba de menos esos abrazos.
-Bien,- se separa de mí para que pueda volver a respirar con normalidad- y no me llames pequeña, he crecido- repongo con tono de enfado fingido.
-Puedes crecer todo lo que quieras, pero para mí siempre seguirás siendo mi hermanita pequeña, la que me hacía tomar el té con sus muñecas disfrazado con unas alitas de hada.- se defiende, dándome un beso en la frente.
No puedo dejar de sonreír como una tonta, mi hermano es una de las personas que más quiero en este mundo, él fue quien se preocupó por mí cuando mamá estaba demasiado ocupada en su trabajo para así no tener que atravesar el duelo, quien se encargaba de llamarme todos los días para saber cómo estaba, para cerciorarse de que cumplía con mis obligaciones, iba al instituto, si comía o no,... incluso pensó en tomarse un año sabático en la universidad para estar más cerca de nosotras, aunque mamá le insistió en que no era necesario, lo que ella no sabía es que para mí sí lo era, necesitaba a alguien que estuviera conmigo y me apoyara, que me demostrara que todo iba a estar bien, que yo no tenía la culpa de que ellos murieran y yo acabara sólo con un par de rasguños, que entendiera lo jodida y rota que estaba, o al menos, que solo se fijara en mí de vez en cuando; fue eso lo que me llevó a buscar una salida por mi cuenta.
Con Luka podía hablar de papá y de nuestro Principito, cosa que con mamá en casa siempre estuvo prohibida. Es extraña la manera de pasar el duelo, pues cada uno tiene una forma diferente. Yo buscaba que alguien me escuchar y entendiera; mi hermano continuó con su vida, manteniendo presente el recuerdo de Owen y papá, pensando en que ellos no querrían que estuviéramos mal, su mejor amigo le ayudó en la universidad, con él hablaba hasta altas horas de lo noche, amigo con el que todavía se habla, era como su psicólogo personal, mi hermano supo mantenerse a flote, siempre fue el más fuerte de todos; y mamá, la mujer que tiene un título en psicología y debería saber qué hacer en estas situaciones, no se dio cuenta de que estaba haciendo todo lo contrario a lo que ella aconsejaba a sus clientes. Yo estuve varias veces en su consulta y escuchaba las sesiones con los pacientes, ella siempre decía que por doloroso que fuera, siempre hay que pasar por el duelo, no podemos refugiarnos en nosotros porque en algún momento todo acabaría saliendo a la luz y solo hará que nos quedemos estancados en el pasado, y era eso mismo lo que ella hacía, refugiarse en lo que mejor se le daba, su trabajo, hundiéndose poco a poco, y desgraciadamente, yo me hundía con ella.
-Hola, Kami,- me saluda Jhon con un corto abrazo y una sonrisa, la cual le devuelvo- teníamos muchas ganas de verte.
-Y yo a vosotros.
Solo queda una persona por saludar, y sí, lo he hecho queriendo. Jean y yo nos miramos unos segundos, se ha dejado crecer la barba desde la última vez que lo vi, sus ojos verdes brillan (espero de alegría), en sus cabellos empiezan a notarse alguna que otra cana por la edad (aunque solo tiene 50 años), y su sonrisa sigue transmitiendo esa familiaridad y calma tan característica de él. Cuando ya he terminado mi repaso mental, cuando ya no aguanto ni un minuto más, me abalanzo sobre él en un gran abrazo, el cual corresponde de inmediato.
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Una curiosa filosofía de vida.
RomanceKami Brown es una chica que después de haber pasado una adolescencia complicada se decide a seguir su sueño de la infancia y, para ello, viaja desde Oregón hasta California para instruirse en la carrera que desea estudiar desde que era niña, en una...