10. Las pruebas.

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Es martes y me encuentro en la cafetería, pasando las últimas horas de mi jornada de hoy.

El lunes pasó sin problemas ni incidentes, fue bastante tranquilo. Nos encontramos a Ethan en un intercambio de clase y nos quedamos un rato hablando, es agradable tener a gente con la que te llevas bien y no estar sola en un sitio completamente desconocido. Era una de mis mayores preocupaciones cuando decidí venir aquí. Sabía que estaría sola y me asustaba, aunque tenía muy claro que si iba a la universidad tenía que ser una que valiera la pena y sé que esta es una de las mejores, me ha costado obtener una beca y sé que mi padre estaría orgulloso. Me ha costado un golpe de valentía venir aquí y me alegra haber encontrado a gente agradable como Cris, que me trata como si fuera su hermana, a Scott y a Ethan.

Jared también me pareció muy amigable y se portó muy bien conmigo el domingo. Hablamos y lo conocí un poco. Al parecer es de Las Vegas, tiene mi edad y está empezando la carrera de medicina, quiere ser pediatra de niños pequeños, dice que en un futuro le gustaría poder ayudar a las futuras generaciones.

De repente, escucho un suave golpe que me hace salir de mis cavilaciones. Una pareja se encuentra justo enfrente de mí, esperando a que les tome nota en la barra.

-Perdona, ¿podría ponernos dos capuchinos?- pregunta el chico con una pequeña sonrisa, la cual le devuelvo.

-Por supuesto, un momento, ¿algún nombre en especial?- pregunto a la pareja, es muy normal en esta cafetería poner los nombres de los clientes, al parecer se hace desde varios años y la idea triunfó, según me ha comentado Cámeron.

-Sara y Lucas.- responde la chica.

Mientras se hacen, observo un poco más a la pareja, él es más alto que ella, con ojos color miel; ella tiene los ojos claros; y ambos son rubios. Parecen estar pasando un rato agradable entre ellos.

Les tiendo sus cafés una vez listos y ellos me pagan lo debido. Mientras intento guardar el dinero en la caja—más bien luchar contra ella, la caja es antigua y cuesta un mundo abrirla y cerrarla, hay que cogerle el truco—el sonido de la campanita que indica que hay otro cliente a la espera llega a mis oídos.

-Buenos días, bueno, tardes mejor dicho, ¿qué puedo ofrecerle?- pregunto aún con los ojos en la caja, por si acaso no la he cerrado bien y vuelve a abrirse de un disparo como la primera vez que la cogí.

-Un late, por favor, para llevar.- dijo el chico.

Yo le daba la espalda, puesto que aún desconfiaba de la caja. En serio, esa dichosa máquina daba muchos problemas, no sólo a mí, también a Cámeron y a Noora, no era la primera vez que los había visto darle algún que otro golpe para que funcionara, pero a mí me daba cosa hacerlo porque con la suerte que tenía seguro me la cargaba.

-¿Quiere que le ponga algún nombre en especial?- giro y me encuentro con los ojos oscuros de Jared- Hola.

-Hola, ¿quién va ganando, la máquina o tú?- pregunta divertido.

-Me temo que la máquina.- suspiro con una leve risa.

-Deberían cambiarla, no es la primera vez que da problemas.- dice él seguro de sus palabras.

-¿Cómo lo sabes?- no puedo evitar la curiosidad.

-El primer día que llegué al campus, vine aquí con Nick y a la chica que estaba de cajera le salieron todos los billetes volando.- contesta- Nick me dijo que solía pasar, no era la primera vez que pasaba, pero no la cambiaban porque daba un toque "vintage" a la estancia o yo que sé.- dice con una bonita sonrisa, que termina por hacer efecto espejo en mí.

-Pobre chica, a mí me pasó algo parecido, pero como aún no habíamos abierto, no se cayó nada.- digo tranquila y algo divertida.

Me he sentido un poco identificada con la chica, después de todo a mí me pasó algo parecido, pero a ella la vió mucha gente de la universidad y a mí no.

Una curiosa filosofía de vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora