Cap. 4

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ME SORPRENDO CUANDO un gran cuerpo golpea mi colchón y casi me lanza al techo.

—Hijo de puta. —Gruño y balanceo mi almohada a ciegas, golpeando a alguien en la cara, y la risa familiar que responde me hace saber exactamente quién es.

Vuelvo a robar mi almohada y entierro mi cabeza bajo ella.

—¿Es esa la forma de saludar a tu hermano? —se burla Joss.

—Te empujaría de la cama si tuviera la energía, así que considérate afortunado. —Mi almohada desaparece y siseo cuando la luz del sol asalta mis párpados—. ¿Qué hora es? —pregunto.

—Las ocho pasadas.

Abro un ojo. Joss está tumbado a mi lado, apoyado en un codo, con un jersey de punto verde mierda estirado sobre su enorme pecho.

—Caramba. —Mi voz sale empapada de sueño y ronca—. ¿De dónde has sacado un jersey tan feo?

—Lo hice.

En ese caso, no es tan malo como pensé originalmente.

—Eh. Lo siento.

—No me importa. —Para su crédito, no suena como si estuviera mortalmente ofendido—. Te he estado esperando abajo.

—¿Por qué me estabas esperando? —Se ha empeñado en evitarme desde nuestro beso, y yo no le he llamado la atención porque me parecía bien cómo estaban las cosas.

En cierto modo.

Necesitaba la distancia, pero también, no tenerlo cerca constantemente ha sido raro. Nuestras peleas verbales y los juegos en la videoconsola son la forma en que me relajo. Claro, tengo otros amigos, pero Joss es... no sé, realmente, pero sé que es alguien con quien quiero estar, incluso cuando no quiero.

Ahora, si eso no es confuso como el infierno, ¿qué es?

—Quiero tu opinión —dice. Eso me despierta.

—¿Qué has hecho?

—Vaya. Me rompe el corazón que inmediatamente pienses lo peor de mí.

—¿Puedes culparme?

—Para nada, pero auch, hombre. Somos hermanos. ¿Dónde está la confianza? —Le dirijo una mirada plana, deseando que se ponga manos a la obra.

—Bien. Vamos a hacer una fiesta.

Medio gimo y medio sollozo.

—¿Otra vez? Tuvimos una el fin de semana pasado.

—Lo sé, pero esta es una previa a las vacaciones. La noche antes del último día de clases, quiero tener una grande donde la gente pueda salir a dar todo y soltarse antes de ir a casa.

Hay tanto, tanto en ese plan que no me entusiasma.

—Dos fiestas con tres semanas de diferencia es una locura.

—Lo conseguiré fácilmente, y todos necesitamos ese recuerdo divertido para pasar la Navidad con la familia.

—Excepto yo, aparentemente.

—¿Por qué no tú?

—Porque soy el único que no se divierte en estas cosas.

Para mi sorpresa, la sonrisa de Joss se amplía.

—Esa es la cuestión. Pensé que como es la última fiesta del año y yo seré el que esté aquí limpiando al día siguiente, me mantendré sobrio para que puedas beber.

¿Qué? Lo miro fijamente, sin entender del todo sus palabras. Joss más fiesta es igual a estar borracho como una cuba. Creo que nunca le he visto pasar por una celebración estando sobrio, y no tengo ni idea de lo que está provocando esto ahora, pero...

Chicos de fraternidad #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora