Chicos de fraternidad #2

Cap. 21

ME DESPIERTO CON el sonido de los gritos.

—¡Tay! ¡Tay! ¡Tayyyyyyy!

Luke gime cuando algo golpea el lado de la casa.

—¿Qué es eso?

—Parece Off.

La puerta principal se cierra de golpe.

—¡Tay!

—Vamos. —Le doy una palmada en el culo y me subo encima de él para ir a ver a qué vienen los gritos. Cuando llego abajo, encuentro a Off en la sala de estar, mirando a través de las cortinas en nada más que su ropa interior. Otra andanada de, voy a decir que globos de agua por el pelo mojado y los calzoncillos empapados de Off, golpea el lateral de la casa.

—Estamos a menos dos grados, hermano. Ponte algo de ropa.

—¡Mi novio me vendió! —Grita—. La audacia. El puro nervio.

—Empieza de nuevo, desde el principio.

—Cuando se enteraron de lo que habíamos hecho, Gun les dijo que estaba allí, y me despertaron echándome un cubo de agua fría en la cabeza. — Se vuelve hacia mí—. ¿Puedes creerlo? ¿Mi propio novio?

Hay una risa cuando Luke se une a nosotros.

—Amigo, ¿no lo ataste con una brida a una silla la otra semana?

Off abre la boca y la cierra varias veces.

—Eso ha sido diferente —balbucea.

—¿Por qué? —Va en contra de todo lo que hay en mí, pero creo que soy del equipo de Gun en este caso.

—Porque... porque... —Juro que sus labios se vuelven azules, y se estremece—. Así que no hay fraternidad.

Luke y yo nos echamos a reír.

—Aprovecharía que estás semidesnudo para pedirte otra vez que me dejarás tocarte la polla, pero tengo la sensación de que ninguno la encontraría ahora mismo.

Me enseña el dedo corazón y pasa de largo.

—Que los jodan... a todos ustedes.

Pasa por delante de Tay subiendo por las escaleras, que lo observa un momento antes de volverse hacia nosotros.

—¿Qué fue eso?

—Kappas tomando represalias.

Asiente.

—Bueno, estoy seguro de que le debían algo a Off, así que puede tomar esta por el equipo.

Tay se dirige a la cocina, y me giro para encontrar a Luke mirándome.

—¿Qué?

Mira a su alrededor, me coge de la mano y tira de mí hacia las escaleras. En cuanto volvemos a su habitación, cierra la puerta de una patada, me atrapa contra ella y me besa. Es duro y necesitado, sin dejarme espacio para preguntarme qué quiere de mí, y cuando su lengua se desliza sobre la mía, de repente estamos en la misma página. Aprieto más a Luke contra mí, y él desliza su muslo entre mis piernas, dándome fricción contra mi erección.

—He tenido una idea —dice antes de tirar de mi labio con los dientes.

—¿Ah sí?

—Vamos a saltarnos la clase hoy.

—Qué...

—Quiero probar más cosas de sexo.

Sonrío y le agarro el culo.

—Oh, no, ¿te has contagiado de mi resfriado, chico? Jo-dog se quedará en casa y te cuidará.

—¿Te pondrás ese disfraz?