Cap. 18

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BUENO, eso terminó yendo más allá de lo que había planeado. Claro, quería burlarme del chico, pero hay algo en Joss que hace que sea difícil parar una vez que le pongo las manos encima. Y ver lo desesperadamente que quería alivio había sido todo el estímulo que necesitaba.

Me masturbo, lo que me lleva aproximadamente siete segundos, ya que estoy muy excitado, y luego me doy una ducha rápida, me cambio y bajo a preparar sopa y té. Es lo que hace siempre mamá cuando estoy enfermo, y nunca falla para hacerme sentir mejor.

Cuando vuelvo a subir, Joss está bajo sus sábanas, con un aspecto tan jodidamente acogedor que me dan ganas de meterme dentro y envolverlo.

Pero primero, enfermo.

Segundo... eso no es algo que dos hermanos tiendan a hacer, sean o no compañeros de corrida.

Así que espero a que se incorpore y le doy la sopa.

—Esto huele increíble.

—Come.

No necesita que se lo digan dos veces.

Lo empujo y me dejo caer en la cama a su lado, encima de las mantas, por supuesto, porque están los hermanos de fraternidad.

—¿Qué vamos a ver?

Esta es la parte divertida. Cojo su portátil y abro algo de porno.

Se ríe a carcajadas.

—Esto no es una película.

—No, pero es educativo. ¿Alguna vez has hecho sexo anal antes?

—No, ¿tú?

Niego con la cabeza y navego hasta un video con dos chicos.

—Me imagino que esto nos dará alguna idea para cuando estés mejor, y como no tenemos experiencia en el campo, vamos a buscar cualquier otra cosa que haya por ahí que puedan hacer dos chicos juntos.

Se toma la sopa y yo le cambio el cuenco por el té.

—Toma nota. Voy a querer probarlo todo.

Me reiría, pero sé que habla en serio. Así que eso es lo que hacemos. Pasamos la mayor parte de la noche mirando y tomando notas hasta que Joss se acurruca a mi lado y se queda dormido. Su respiración es pesada y ruidosa, la nariz roja, la cara tensa incluso en el sueño. Lo observo por un momento antes de recordarme a mí mismo que no debo ser un asqueroso, pero incluso entonces no puedo apartar la mirada. Joss es... bueno, joder, es un auténtico coñazo. Fuera de la habitación, a veces quiero retorcerle el cuello, pero... maldita sea, hay algo en él que me está ablandando a sus maneras salvajes.

Eso no servirá.

Salgo sigilosamente de su cama, con cuidado de no despertarle, y cruzo hasta su escritorio para coger un rotulador.

Entonces canalizo mi yo de la escuela media y dibujo una polla gigante en su cara. No se despierta, ni siquiera cuando le sonrío, con algo retorciéndose en mi pecho. Me recuerdo a mí mismo que he establecido mis condiciones.

Puede que a Joss no le guste el tema de la exclusividad, pero yo tengo límites, y ahora es un momento tan bueno como cualquier otro para establecerlos. Será una mierda si se da la vuelta y dice que se ha divertido, pero si lo hace, tendré que respetarlo.

Luego me dirijo a la puerta y, cuando llego a ella, vuelvo a mirar al monstruo gigante que ronca bajo sus sábanas y me asaltan las mismas ganas de unirme a él. Sólo para estar cerca.

¿Me estoy volviendo loco? Este es Joss Way-ar. Espina, astilla, plaga. Creador de migrañas que duran días.

¿En qué me he metido?

Chicos de fraternidad #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora