Capítulo Cinco

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Había oído el coche entrar en el camino, por supuesto (algunas veces podía oír a un grillo a una milla de distancia), pero me tomé mi tiempo para llegar a la puerta y escuchar la llamada progresivamente frenética. Finalmente, después de aburrirme de mi agresividad pasiva, abrí mi puerta delantera e inmediatamente entré a matar.

-Gracias por todo tu apoyo en el funeral, Mamá. Realmente útil. ¡Porque, contigo ahí no me sentí como una huérfana o algo así! Tener un hombro en el que apoyarme y todo eso fue tan reconfortante.

Mi madre pasó rozándome, con un carrito de bebé (propiedad registrada de Baby Jerry) a remolque. Olía como si le hubieran vomitado leche encima. Llevaba un suéter azul (¡en verano!) y pantalones anchos de colores, con zapatos planos negros. Su cabello estaba incluso más despeinado de lo habitual.

-Por cierto -dije alegremente- pareces haberte secado el pelo sobre el infierno. - Ignoró eso.

-Un funeral no es lugar para un niño -jadeó, luchando por operar con toda la parafernalia. Era asombroso... el crío ni siquiera tenía un año, y ya tenía más posesiones que yo. Mamá empujó a Baby Jerry hacia mí y le hice saltar entre mis brazos, después le besé la coronilla. Podía estar enfadada con ella, pero demonios, me alegraba de verle a él.

-Te perdiste una fiesta de aupa -dije secamente.

-No lo dudo. -Mamá se sopló el cabello blanco de la frente-. A tu padre le encantaban las fiestas. Por eso fue tan tonto como para ingerir un montón de champagne y después empotrarse alegremente en la parte de atrás de un camión de basura con tu madrastra. - Hey, necesitaban un descanso de todo ese desinteresado trabajo de caridad. Hice una pausa, evalué ese pensamiento, y después lo puse en un estante. Nop. Demasiado pronto para bromas. Sólo llevaban en sus tumbas media hora. Quizás para mañana... -¿Cómo lo estás llevando, cariño?

-¡Cómo si te importara! - Me frunció el ceño, y casi me reí. ¿No había visto suficientes veces ese ceño en mi propio espejo? Pero permanecí impertérrita.

-Has tenido un día difícil...

-¿Y eso lo sabes por?

-Pero mi día tampoco ha sido exactamente un paseo por el zoo. Así que responde a mi pregunta, jovencita, o averiguarás que no eres demasiado mayor para una tunda. -Eso era risible, ya que yo podía romper el brazo de mi madre respirando sobre el. -¿Y bien?

-He olvidado la pregunta -admití.

-¿Qué tal el funeral?

-¿Dejando a un lado que todo mi sistema de apoyo vital, compañía presente incluida, me abandonara en mi momento de mayor necesidad?

-Yo creía que tu muerte había sido tu momento de mayor necesidad -me corrigió-. Y los únicos que te han abandonado están ahora bajo tierra. - Eso era cierto, pero yo no estaba de humor para la lógica.

-Y ni siquiera les dijiste adiós. ¡Sé que no te gustaban pero, Jesús! - ¿Y por qué estábamos gritándonos la una a la otra en el vestíbulo? Quizás todavía estaba demasiado afectada como para hacer de anfitriona súper agradable, incluso para Mamá, a la que normalmente adoraba. ¿Cómo no adorar a alguien que daba la bienvenida a su hija de la muerte con los brazos abiertos?

-Alguien tenía que cuidar de tu hijo -replicó agudamente-. Y no es como si no tuvieras ningún amigo. ¿Dónde está todo el mundo, por cierto?

-La pregunta del día -mascullé. De ningún modo iba a contarle que Lena y yo estábamos peleadas. Ella le gustaba, si era posible, más de lo que le gustaba yo. Y se preocupaba enfermizamente por Imra. Y no conocía a
Winn o a Waverly muy bien, y a los demás nada en absoluto. Entonces el impacto completo de sus palabras me golpeó como un martillo justo en la parte superior de la cabeza. -¿Alguien tenía que cuidar de mi qué?

-Jerry.

-¿Qué? - Señaló a mi medio hermano, como si yo hubiera olvidado que le tenía en brazos. De hecho, lo había olvidado.

-Tu hijo. ¿La lectura del testamento? ¿Ayer? ¿Recuerdas?

-Sabes muy bien que no estaba allí. - Mis uñas estaban hechas un desastre, y no es como si Cat y Papá fueran a dejarme una maldita cosa. Así que me concedí una manicura en Wine Cordial. Mi madre suspiró, como solía suspirar cuando le decía que mi proyecto final de la escuela tenía que entregarse como muy tarde por la mañana, y ni siquiera había empezado aún.

-En caso de muerte, tú eres su guardiana legal. Están muertos. Así que adivina.

-Pero, pero... -Baby Jerry gorgojeó y se contoneó y parecía absolutamente feliz con las circunstancias. No podía decidirme sobre si estar emocionada o consternada. Me decanté por estar consternada-. Pero no quería un bebé así.

-¿Así cómo?

-¿Cómo? Ya sabes. Vía vehículo de la muerte. - Mamá frunció el ceño.

-¿Ya estamos otra vez con esas?

-Quiero decir, quería mi propio bebé. Un bebé mío.

-Bueno, pues tienes este -dijo ella, completamente imperturbable ante mi pánico.

-Pero...

-E indudablemente tienes los medios para criarle apropiadamente.

-Pero...

-Aunque me pregunto... ¿confundirá el día y la noche, con ustedes dos como madres?

-¿Esa es la pregunta candente en tu mente? ¡Por qué a mí se me ocurren unas cuantas docenas ligeramente más apremiantes!

-Cariño, no grites. Mi oído está bien.

-¡No estoy preparada!

-Todavía estás gritando. Y nadie lo está nunca, cariño. -Tosió-. Mírame a mí.

-¡No puedo hacerlo!

-Todas decimos eso al principio.

-¡Pero yo de verdad no puedo!

-Bueno, todas decimos eso también. Bien, los primeros veinte años al menos. - Lo empujé hacia ella, como si le estuviera ofreciendo una bandeja de canapés.

-¡Cargalo!

-Cariñito, soy una vieja de casi sesenta años.

-Una joven de sesenta años -ofrecí salvajemente. Mamá me lanzó una mirada negra.

-Mis días de criar niños han terminado. Tú, por otro lado, eres eternamente joven, tienes todo un grupo de apoyo, una mejor amiga rica, una futura esposa encantadora, una guardia legal, y un vínculo de sangre.

-¿Y en eso basas el que soy la nueva mamá?

-Felicidades -dijo, empujando al bebé de vuelta hacia mi cara. Sus grandes y preciosos ojos se abrieron hacia mí, mientras su boca formaba una babeante O-. Es un chico. Y ahora, tengo que irme.

-¿Te vas? -casi chillé.

-Se supone que tengo que visitar a tu abuelo en la residencia esta tarde. ¿Recuerdas a tu abuelo, querida? Nada menos que tú acusando a otros de negligencia.

-¡No puedo creer que me dejes así! Tengo dos palabras para ti, Madre: asilo estatal. ¿Me has oído? ¡¡¡ASILO ESTATAL!!! -grité tras ella, justo cuando Baby Jerry regurgitaba leche por todo mi precioso traje negro de diseño.

Vampira e IntranquilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora