Capítulo Trece

156 37 5
                                    

-Bueno, gracias por dejarse caer por aquí -dije de nuevo, y sonó incluso más falso que la primera vez que lo había dicho.

Murphy, tras su rápida recuperación, había tenido que hablar rápido para salvarme de otro ataque hombrelobo, y ahora se marchaban. Y no eran muy sutiles sobre lo mucho que deseaban largarse de mi casa, además. Si no me hubiera sentido tan ansiosa, habría sido divertido. Murphy pasó cojeando a mi lado, lo cual era una gran mejora, ya que se había roto ambas piernas al llegar abajo. Estos tipos se regeneraban tan rápido como Lena y como yo... quizás más. Debía ser su dieta rica en hierro y proteínas. Mmm... su deliciosa, deliciosa dieta. Estaba babeando solo de mirarles pasar en fila. ¿Por qué nunca había notado lo deliciosa que era Clarke? Fácil. Cuando Clarke estaba alrededor, Lena también había estado alrededor, y su sangre estaba bastante bien. Más que bien. En realidad habíamos incorporado el compartir sangre a lo de hacer el amor y ahora, era solo olisquear la deliciosa sangre de cualquiera y me encontraba a mí misma cachonda como el demonio. ¿Qué no encajaba?

-¿Por qué me miras así? -preguntó Murphy, masajeándose la rodilla.

-Uh. Por nada. Gracias por la visita. Y buena suerte en lo de captar el olor de Clarke.

Me había ofrecido a mostrarles su habitación y la de Lexa, dejarles olisquear las sábanas o lo que fuera, y todos me habían mirado como si hubiera perdido la cabeza. Supongo que había estado visualizando una escena sacada de una peli de polis: sabuesos babeantes olisqueando las sábanas o un suéter sucio y después internándose aullando en la noche, tras el rastro caliente. Aparentemente en la vida real no era así. Y los hombreslobo no eran sabuesos. Lo cual era una lástima, porque los sabuesos eran realmente monos.

-Puta vampira loca -murmuró Echo, tan suavemente que probablemente asumió que yo no la había oído.

-¡No olviden su regalito! -grité, enviando a Lara tras ellos con un empujón servicial.

-Gracias por tu hospitalidad -dijo Bellamy sin el más mínimo rastro de ironía. Nos estrechamos las manos mientras los demás pasaban en fila. Él apretó. Yo apreté. Él apretó más fuerte. Yo también. Me imaginé que las manos de cualquier otro habrían quedado reducidas a polvo sanguinolento hacía rato-. Haremos algunas averiguaciones por la ciudad y te mantendremos informada -añadió, ligeramente sin aliento tras nuestro juego de manos.

-Y yo te llamaré a ti -Levanté la tarjeta en la que me había apuntado su teléfono móvil- si sé algo de cualquiera de los dos.

-Gracias. Que pases buena noche.

-Ustedes también. Adiós, Murphy. Octavia. Lincoln. Lara. Echo. Bellamy.

-Kara -dijo Echo-, quiero dejar claro que solo te disparé porque...

Cerré la puerta de golpe. Y dado que era una puerta grande y pesada de más o menos doscientos años, eso la cortó con un sólido ¡BOOM! ¿Creía que tenían algo que ver con todo lo que estaba pasando? No. En realidad no. Los hombreslobo no eran famosos precisamente por mentir o ser subversivos. Dudaba seriamente que ellos... ¿qué?... ¿se hubieran llevado a Clarke de vuelta a rastras, hubieran clavado una estaca a Lexa, y después hubieran aparecido en mi casa y escenificado una pelea fingida, todo mientras actuaban como si no tuvieran ni idea de dónde estaban Clarke y Lexa? Los vampiros tramarían una mierda engañosa como esa en un frío minuto. La panda Skaikru. Naaa. Probablemente no. Aún así su aparición hoy era una tremenda coincidencia. O era realmente, realmente buena cosa tener hombreslobo en la ciudad ahora mismo, o realmente, realmente mala cosa. Lástima que no tuviera ni idea de cual de las dos. Subí las escaleras de dos en dos, saqué a un oloroso Baby Jerry de su cuna, preparé un nuevo biberón (le gustaban fríos, y manteníamos un suministro en el pequeño refrigerador de su habitación) y dejé al pequeño travieso muerto de hambre atacarlo. Mientras volvía con él a la cocina, me pregunté por la reacción extrema de Murphy a mi hermanastro. ¿No había dicho que su mujer estaba embarazada? Quizás los bebés le acojonaban. Apreté a Baby Jerry contra mi costado y le besé la coronilla cubierta de pelusa.

Vampira e IntranquilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora