Echo y Lara estaban todavía noqueadas, y gracias a Dios. Con cero tráfico y apretando a fondo, llegué al distrito industrial de Minneapolis en tiempo récord, mis nudillos estaban blancos sobre el volante. Tenía que tener mucho cuidado para no deformarlo, e incluso arrancarlo. Había sido tan considerado por parte de Rhea presentar sus respetos en el funeral de mi padre. Rhea, de hecho, parecía disfrutar siendo útil de múltiples formas. Rhea, la vampiro-de-ochocientos-años-de-edad que desdeñaba la política. ¿Por qué había venido? ¿Para ver cómo aguantaba bajo toda la presión que estaba ejerciendo? ¿Para intentar disfrutar de un ramalazo de mi dolor? ¿Para echarme en cara su perfume? No lo sabía. Pero iba a averiguarlo.
Aparqué fuera de un almacén deteriorado, que sabía era hermoso y espacioso por dentro, lleno de miles de libros y ordenadores de tecnología punta. Los juguetitos de Rhea. Su guarida. Puñetera ella-laraña. No me molesté en llamar, sólo empujé las grandes puertas dobles y entré. Como todas las grandes confrontaciones de mi vida, esta fue decepcionante. Rhea no estaba a la vista. El lugar tenía el aspecto habitual... montones de luces tenues, sillas confortables, bancos. Muchas mesas de conferencia. Fila tras fila de ordenadores. Callado como una tumba (¡de verdad!), y olía a resmas y resmas de papel viejo. Oh, y a polvo. ¡Y a abrillantador! Bueno, un caso grave de abrillantador no iba a detenerme. No iba a retrasarme. ¿Verdad?
(Melissa)
-¿Lena? -susurré.
Esa diminuta voz en el fondo de mi cerebro, antes tan débil que no podía decir de quién era, o siquiera qué estaba diciendo, era ahora mucho más clara. Olisqueé. Estúpido abrillantador de limón, no estaba captando nada pero... olisqueé con más ganas. ¡Ah! Ahí estaba. Sip. Lena había estado aquí. Quizás todavía estaba aquí. Olisqueé como un perro perdiguero al acecho, después seguí el olor a través de varias puertas y dos tramos de escaleras hasta un sótano húmedo. Mis tacones no hacían ruido sobre las escaleras alfombradas, lo que me pareció bien, tan ocupada como estaba en intentar mirar en quince direcciones a la vez. ¿De verdad Lena había estado en la misma ciudad todo el tiempo? ¿Y dónde le retenían qué a penas podía oírle? ¿Qué le habían hecho? El lugar no parecía una cámara de tortura. Parecía lo que era: una vieja biblioteca, bien conservada, con mucho dinero para libros y ordenadores. Caray, al contrario que mucho dinero para luces fluorescentes, oye, había antorchas colgando de las paredes. Terminé con las escaleras y abrí la enorme puerta que había ante mí... ahí abajo, al menos, el lugar parecía un almacén.
La puerta se cerró detrás de mí, y el olor a moho y sudor asaltó mis delicadas y regias fosas nasales. Lo primero que vi fue a Clarke en una espaciosa jaula, la clase de jaula que utilizaban para el Doctor Lecter en El silencio de los corderos. Estaba sacudiendo los barrotes, y recordé lo claustrofóbica que era. Su pelo rubio estaba enredado y empapado en sudor, y su cara estaba pálida; apestaba a rayos y su ropa estaba asquerosa. Sus grandes ojos giraron hacia mí, como un animal confinado, y me saludó con un chillido.
-¡Sácameeee!
Entonces vi los ataúdes. Dos de ellos, cerrados con cadenas y cubiertos de... ¿esos eran rosarios? Sí. Docenas, cubriendo casi cada centímetro de las tapas.
(Kara)
Corrí hacia el más cercano y arranqué los rosarios, después tiré de las cadenas hasta que se rompieron y combaron entre mis manos. No sé como los había colocado Rhea... ¿con guantes de asbesto, quizás? No me importaba. Sólo quería sacarla y enfrentarme a lo que el hambre y las cruces le habían hecho.
-¡Yo primero, yo primero, yo primeeeeeeroooooo!
Quité la tapa del ataúd y contuve un grito. Lena, sí. Increíblemente marchita, increíblemente vieja. Encogida. Seca. Sus labios estaban contraídos haciendo que sus colmillos parecieran prominentes. Parecía tener mil años. Parecía muerta.
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Vampira e Intranquila
FanfictionLa Reina de los Vampiros ha vuelto. Esta vez inmersa en los preparativos de su boda con la arrebatadora Lena Luthor... que no para de quejarse por todo... Kara necesita un descanso, necesita que sus amigos dejen de agobiarla. Pero cuando deseó todo...