Vampira e Intranquila

Capítulo Dieciséis

¿Qué significaba eso?

Yo no soy ningún detective y la gente que me conoce lo sabe. Así era como me gustaba. Me gustaba que Nia y Lena hicieran casi todo el trabajo sucio. Me gustaba que otro vampiro se ocupara de los demás demonios y que otros dos vampiros se hicieran cargo de mi club nocturno, Scratch. Mierda, Imra incluso había contratado a alguien para que alimentara a mi gato. Yo pasaba el tiempo leyendo, picoteando, follando, planeando mi boda, ejerciendo de barman en la cocina para mis amigos, y ocasionalmente combatiendo el mal... otra vez, con ayuda. El contestador automático de la cocina estaba parpadeando. Fruncí el ceño, pulsé el botón de "Play"

-Hola, Kara. Soy Bellamy Blake de lo Skaikru. No hemos averiguado nada. Un rastro completamente frío. Los miembros de la manada que hay en la zona tampoco les han visto. Seguiremos buscando. Llámame si averiguas algo.

-Hola, cariño. Soy mamá. El bebé está estupendo. Pensé que te gustaría saberlo. Waverly está aquí, por si nos necesitas. Así que... ¿me llamarás pronto? - Dios. Dios ¿No estarían convirtiéndose esas dos en uña y carne?

-Hola, Kara, soy Winn. Hombre, esperaba que estuvieras ahí. De todas formas, llámame enseguida. -Dejó un número de teléfono... no el de su propio móvil... otro con un prefijo de zona diferente.

-Hola, Imra. Don habla. Escucha, te he conseguido una nueva deducción fiscal, solo necesito que firmes unos papeles. Cuando te venga bien me paso por tu casa. Podemos ahorrarnos una cantidad de siete cifras, y como dices siempre, mejor destinarlo a obras de caridad que regalárselo al gobierno. Te va a encantar este nuevo reglamento de la auditoria contable. Llámame. - Ah, Don Freeman, el contable más sexy del planeta. La primera vez que había venido a casa (siempre trae cosas para que Imra las firme, nadie espera que una mega-millonaria vaya a verlos a ellos), lo confundí con uno de los Vikingos de Minnesota. ¡Menudos hombros!

-Kara, ¿por qué demonios no me devuelves las llamadas? Soy Winn otra vez. Mira, llámame. Estoy empezando a preocuparme.

¿Él empezaba a preocuparse? Se le oía bien, en absoluto muerto ni nada. Y para nada bajo coacción. Salté hacia el teléfono, reproduje su primer mensaje otra vez y marqué el número.

-Complejo residencial Ensenada del Pirata, Pequeño Caimán.

-Eh, sí. Estoy buscando al doctor Winn Schott... Me dejó este número...

-Creo que todavía está buceando. - ¿Buceando? -¿Puede esperar mientras lo compruebo?

-Tómese el tiempo que necesite -logré decir a través de los dientes fuertemente apretados.

Se oyó un ruido metálico como si alguien dejara el teléfono. ¡Estaba de vacaciones! Oh, iba a matarle. Me lo comería vivo y después le cortaría en miles de minúsculos pedazos, arrojando cada trozo al fuego. Y obligaría a sus cenizas a ver una reposición de la cuarta temporada de Superviviente. Y...

-¿Hola? -jadeó Winn-. ¿Kara? ¿Eres tú?

-Siento interrumpir tu sesión de buceo -dije con frialdad.

-Oh, eso fue esta mañana. He estado dando vueltas por el bar esperando a que me devolvieras la llamada. Escucha, he estado intentando localizarte desde hace días.

-¡Si, lo sé!¿Qué pasa? ¿Estás realmente en las Bahamas?

-En las islas Caimán -corrigió- y sí. Pero es la escapada de todas las escapadas. Los móviles no funciona, y tampoco la conexión a Internet. Acabamos de pasar una tormenta terrible, lo que no ayudó en absoluto. El buceo ha sido una mierda desde entonces.

-¿Pero qué estás haciendo ahí?

-Despejándome la cabeza -dijo, sonando demasiado alegre-. ¿Te acuerdas de David Ketterling... el guapísimo colega de pediatría? Tenía un vago recuerdo de Winn parloteando acerca de un tipo nuevo del hospital, pero no le había prestado mucha atención, porque Winn, como todos sabemos, no tiene vida propia más allá de... bueno, de nosotros. -Bien -parloteó-, ambos disponíamos de cuatro días libres al mismo tiempo, y su abuela es la dueña de este resort, así que había que aprovechar el momento, ¿no?